Nunca el final de la historia ha sido vivido, pero sí escrito. Más allá de las tesis de Fukuyama, equivocadas, y no menos las de Huntington y su choque de civilizaciones, también erradas, la guerra, la violencia, la destrucción, por mucha paz kantiana que algunas voces predican en el desierto de los ignorantes, sigue su cauce y sus caminos. Tal vez, al mundo ya no nadie le duela, tampoco le llore, como dolió España una vez, solo una y basta, a Unamuno.
Desde hace año y medio vivimos una guerra entre Ucrania y Rusia donde muchos se posicionaron del lado ucranio y donde el hartazgo de la misma, envuelve ahora tibieza y ganas de mirar hacia otro lado. La guerra, por llamarla guerra, de Israel en Gaza frente a los milicianos de Hamás y otras organizaciones terroristas, despierta posicionamientos encontrados, pero sí un cierre de filas, al menos en estos dos meses de los países más occidentales con Israel. El veto de EEUU en el consejo de seguridad es el último epítome de un momento donde el relato y el contexto están absolutamente a favor de seguir con la guerra y terminar con Hamás. Esta vez sí, el ejército e inteligencia israelí irá hasta el final. El precio va a ser el que estamos viendo. Miles de muertos y una destrucción sin igual en Gaza donde poco queda en pie o no dañado. Cuando Hamás perpetró la masacre más atroz que había hecho, aquél siete de octubre, con casi mil doscientos civiles asesinados y torturados, no sabía que esta vez, los países árabes y Europa y buena parte de estados, no actuarían y dejarían hacer mostrando su total solidaridad con el gobierno Netanyahu. Medios y discursos han hecho el resto, así como presiones en esa diplomacia de intereses que esta vez, también, no ha jugado ya al cinismo y dejado hacer, simplemente ha optado por lo segundo. Pocas administraciones norteamericanas han facilitado y permitido tanto, viendo la destrucción y el coste en vidas humanas, sobre todo niños y mujeres, a su socio estratégico y privilegiado. No hay relato. Solo una fotografía donde la proporcionalidad y la humanidad no existen. ¿Conocen alguna guerra donde proporcionalidad, equidad y humanidad existan? O cuántos hospitales en toda la franja de Gaza quedan en pie y están operativos siquiera mínimamente? Ni siquiera traten de contestar. Ya saben la respuesta.
La pregunta, muerta y descabezada Hamás, y veremos qué ocurre con los dirigentes que viven fuera, y están amparados por verdaderas dictaduras, es qué va a suceder con Gaza, con Palestina y con esos dos millones de gazatíes que se han quedado reducidos a una auténtica edad de piedra, sin ayuda, sin medios, sin saber qué hacer y dónde hacerlo. Egipto, como también hará Jordania, cierran fronteras. Esta vez sí, los palestinos están más solos y aislados que nunca. Vendrá ayuda económica a futuro. Y conferencias de donantes. Y muchas más cosas. Las muertes inocentes de hoy están sembrando el odio del mañana. Veremos algún día como y con qué intensidad se vuelve su mirada y su rostro.
Sobran las imágenes para comprobar la realidad, el drama, la destrucción innecesaria y sin igual. El ojo por ojo vuelve a ganar, pero multiplicado por mucho. La rabia como la gangrena se corta de raíz, pero sin límite alguno. Cueste lo que cueste. Y en este mundo roto, todos callan. Y el que habla, es vilipendiado u opacado o acusado de antisemita. A nadie le duele, como a Unamuno y a Machado ni España, ni el mundo, ni absolutamente nada. Indiferencia y frivolidad.