Voy a contarles a ustedes
una partida de cartas
que desde hace casi un mes
en El Chico se jugara,
en el muy noble y leal
Ajuntamiento de Ávila
del Rey y los Caballeros
y de la Reina y sus Damas
—nombre que las feministas
hace poco actualizaran—.
De los sótanos del Chico
no había ni un duro en la caja
y Ávila, pobre y famélica
estaba casi arruinada,
con sus carnes malheridas
llenas de hoyos y zanjas.
Sin vergüenza, el buen alcaide,
muy triste se lamentaba:
—Ayúdenme, concejales,
la pasta se nos acaba…
¿Qué hacemos con la que queda
en nuestras maltrechas arcas?
Apóyenme, deben darme
su emoción de Confianza.
Aprueben mis presupuestos,
todo sea por mí y Por Ávila.
Mas el pleno no tragó
y todo quedose en nada.
Desesperado, el alcaide
una solución hallara
y presto el avión cogiera
en el Suárez-Barajas
y va al instante hasta Roma
a pedir auxilio al papa:
—Pídole, buen Papa Paco,
que un milagro Vos nos haga,
y que convierta en monedas
las piedras de la muralla.
Mas Francisco le contesta:
—Nada puedo hacer, Por Ávila.
Al cabo de un par de días
el alcaide regresaba
con las maletas vacías
de dinero y esperanzas.
Reuniose de nuevo el pleno
del Chico, en la mesma casa,
buscando una solución,
pues los cuartos más menguaban…
—¡Ay! ¿Qué haremos con los pocos
que quedan en nuestras arcas?
Y la solución hallaron
de forma unánime y clara:
—Lo jugamos todo al mus
y el que gane, lo reparta.
Ansí que los presupuestos
—o sea, repartir la pasta—,
en la taberna del Chico
lo jugaron a las cartas.
—¡Están las arcas vacías!
—¡Vaya por Dios y Por Ávila!
Eran cuatro los partidos
que en aquella mesa estaban
jugándose los escasos
dineros que allí quedaban.
Por un lado, PEPE y VOX,
por otro, PES-OE y PORÁBULA
Los gritos y los insultos
se oían fuera de la tasca.
El buen alcaide, creyéndose
el amo de la baraja
embarajó con estilo,
aunque sus manos temblaran:
—Jugáis los tres contra mí,
y eso es abusar, caramba!
—Reparta cartas, Cabrera,
y déjese de chorradas…
—¡Pues usté, cómprese un traje,
no debe venir con chándal!
Al instante, POR-Elsoe
protesta doña E. Va Arias,
—Yo tengo una carta menos,
las cartas están mal dadas.
Asienten los de POR-Pepe
—los de la Licia Fugada—
y también los de POR-Vox:
—Tié razón la concejala,
ha dado mal don Cabrera;
además, nos hace trampas,
pues le he visto de reojo
que tiene un as en la manga.
—Dé bien, Sánchez, otra vez.
—Vamos, Cabrera, reparta.
—Yo reparto como quiero,
y usted, chitón, chist, se calla.
Cartas reparte de nuevo
a todos los de la tasca
y otra vez la oposición
protesta, grita y exclama:
—¡Tonto, usted no sabe dar!
—¡Ni zorra idea tiene, basta!
En plena lucha y fragor
sus espadas desenvainan
y prodúcese un tumulto
que a la ciudad acobarda,
y se arma tal guirigai
que las murallas traspasa.
Y allí sigue la partida,
¡vaya partida más mala!
¡Vaya atajo de membrillos!
¡Vaya mier… de jugadas!
Pásanse las horas tristes
jugándose a la baraja
los pocos cuartos que quedan
allí, del Chico, en las arcas.
Quién ganará ¿Chi lo sá?.
Solo le pido a esa "banda"
que, al fin, se pongan de acuerdo,
POR-Nuestro bien y POR-Ávila.