Que lejos queda aquel momento en el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, formuló su intención de traer al expresidente de la Generalitat, el prófugo Carles Puigdemont, que huyó de España en el maletero de un coche para sustraerse a la acción de la justicia que afrontaron otro muchos de sus compañeros del Ejecutivo catalán, cuando ahora está deshojando la margarita de si vuelve como candidato a la Generalitat en las elecciones catalanas anticipadas al 12 de mayo o si se mantiene en Waterloo a la espera de ser cabeza de lista de Junts en las elecciones europeas. La posible vuelta de Puigdemont tiene que ver con las razones aritméticas de los siete escaños de Junts en el Congreso que ni el corazón ni la razón de muchos entienden por la vía de la amnistía y el olvido de los delitos cometidos a lo largo del procés.
El abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye ha anunciado la vuelta de Puigdemont como si fuera a venir el coco, y la posibilidad de su llegada infundiera un miedo atávico tanto en ERC y su candidato, Pere Aragonés, como en el propio Pedro Sánchez ante la posibilidad, difícil pero no imposible, de que vuelva a ser el presidente de la Generalitat.
Por lo pronto, el anuncio de Puigdemont suscita dos dudas, el momento en el que se producirá su vuelta, si será antes de que se pruebe la ley de amnistía para lo que queda un procedimiento de más de dos meses tras su parón en el Senado y en ese caso sería detenido de forma inmediata porque todavía están en vigor las órdenes de busca y captura del magistrado del Supremo, Pablo Llerena. Sería su mayor golpe propagandístico, una gran baza electoral para volver a animar a los partidarios de reanimar el alicaído proceso independentista con la declaración unilateral de independencia. El mayor damnificado de esa decisión serían los 'botiflers' de ERC, los pactistas y los que han decidido dar un paso atrás para la acumulación de fuerzas independentistas que volverían a ponerse detrás de Puigdemont. La decisión, por supuesto tiene contraindicaciones porque a nadie se le olvida que Puigdemont huyo de forma artera.
Y por supuesto, Puigdemont tiene que elegir entre la posibilidad de ser presidente de los catalanes o mantener su inmunidad parlamentaria si vuelve a ser cabeza de lista para las elecciones europeas y espera a ver como transcurre la aplicación de la ley de amnistía por los jueces que tampoco se lo van a poner nada fácil. Aunque como dijo el líder de Junts por debajo de Puigdemont, Jordi Turull, sería extraño que el expresidente encabezara las dos candidaturas.
La vuelta de Puigdemont tampoco es una buena noticia para el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, a quien el adelanto electoral en Cataluña ha trastocado todos sus planes, primero porque no va a contar con Presupuestos Generales el Estado, luego porque según los resultados electorales catalanes puede flaquear el apoyo de los socios independentistas por uno de sus dos lados y porque llega a los comicios catalanes con el "caso Koldo" todavía vivo, lo que puede afectar al candidato del PSC, Salvador Illa.
Con su decisión aún no definitiva, Puigdemont ha logrado que lo primeros compases de la precampaña electoral giren en torno a su persona, es una demostración más de su capacidad para sorprender y de hacer política al albur de sus cambios de opinión.