El debate de investidura ha parido lo que se podría llamar la 'Legislatura del muro', es decir, aquella que impone la no colaboración entre dispares para buscar soluciones transversales. La polarización actual es la materialización de un cambio en la estrategia política operada desde hace un par de décadas que consiste en laminar las zonas grises – el centro – para construir los partidos como si fueran equipos de fútbol y apelar a los votantes como si fueran holligans. El resultado de este proceso, amén del deterioro institucional y el enfrentamiento social, ha sido la ausencia de un diagnóstico compartido y, por lo tanto, el nulo interés por resolver los problemas estructurales del país, ocupados como han estado los gobernantes más en atender las consecuencias que en actuar sobre las causas de los mismos. Más interesados en que los niños no se frustren si suspenden que en que reciban una buena educación. El resultado de este esfuerzo denodado en centrar el debate en lo accesorio es un estancamiento de la competitividad del país y, especialmente, un empobrecimiento generalizado que hace que en 2023 el abulensito medio tenga el mismo poder adquisitivo que en el año 2000, es decir, 20 años perdidos, aunque no lo parezca.
Esta estrategia del muro no es ajena a lo que pasa en Castilla y León donde se han roto todos los puentes de diálogo entre la oposición y la Junta y el ambiente que se respira en las Cortes es cada vez más tenso, incluso, en las relaciones personales. En la última legislatura los grandes temas de debate vinculados con cuestiones a pie de calle –la sanidad rural, especialmente– han pasado a un segundo plano y existe un empeño en elevar a la agenda pública cuestiones menos tangibles para demostrar, según los socialistas, que todo lo que toca Vox (en colaboración necesaria con el PP) lo ensucia. De alguna manera, el PSOE en Castilla y León ha elegido adversario –Vox– lo que deja a los populares un amplio margen de dominio discursivo de la política en la Comunidad.
Los acuerdos de Pedro Sánchez con las formaciones independentistas son tan prolijos que ofrecen a Fernández Mañueco materia prima tanto en el plano político como en el económico (más cercano a los problemas reales de los ciudadanos de a pié) para establecer el relato y afianzar su liderazgo en la Comunidad de cara al próximo ciclo electoral que podría situarse en la primavera u otoño de 2025 y presentarse como un adelanto técnico.
La amnistía es una cuestión de venta tan difícil en Castilla y León que los propios socialistas de la Comunidad pasan de puntillas y han renunciado a defenderla. En cuanto a las cuestiones económicas, los 15.000 millones supuestamente condonados a Cataluña dan para varias cartas a los Reyes Magos y son pólvora que arrojar al PSOE en cualquier debate sobre presupuestos o política social. El proceso de negociación de la financiación autonómica – condicionado por los apoyos al Gobierno- es también munición en manos de la Junta, aunque al final se acabará aceptación el nuevo modelo porque será difícil empeorar el existente que, según el Consejo de Cuentas, genera un déficit de 395 millones al año sólo para pagar los servicios públicos esenciales.
Pero, además, los socialistas aquí van a tener difícil apoyarse en uno de sus ministros, Óscar Puente, que despierta los peores recelos fuera de Valladolid y que verán como un agravio cualquier avance en los grandes proyectos de infraestructuras previstos en la ciudad del Pisuerga. No hay nada que una más a Castilla y León que la sensación de afrenta. ¿Si la cara supuestamente amable del Gobierno no funciona en la Comunidad, quién lo hará? ¿En quién puede encontrar el PSOECyL un referente en un momento en el que se atisban cambios de liderazgos y etapas? No son pocos quienes ven ese papel en Ana Redondo, si logra sobrevivir al avispero que es hoy su Ministerio, aunque sus relaciones con la actual estructura autonómica de los socialistas sin ser malas son despegadas. Habrá que estar atentos a los movimientos de quien ya fue número dos de Óscar López en las Cortes y que en su etapa como concejala dedicó parte de su esfuerzo a transformar los muros de la ciudad en vistosos murales, siempre más atrayentes.