Luis Miguel Torres

Velay

Luis Miguel Torres


El teatro del Lexit

04/07/2024

La erupción del Lexit (el movimiento que reclama la separación de León de la Comunidad) ha sacudido la vida política de la Corte vallisoletana cuando casi agostizaba. El paso dado en la Diputación de León no es más que un teatrillo con el que los socialistas pagan a UPL su apoyo para hacerse con la Presidencia y, de paso, a modo de títere de cachiporra, dar un sopapo a su secretario autonómico, Luis Tudanca.
Si los actores de este gran enredo hubieran querido construir algo más que un traspantojo, habrían ido más allá de una declaración de intenciones y hubieran iniciado el procedimiento constitucional para crear una Comunidad, aún a riesgo de que se lo tumbasen. Es decir, para creérnoslo, la Diputación debería haber iniciado la cuenta atrás para que en seis meses las dos terceras partes de los municipios (que representen una población de la mayoría del censo) votasen a favor. Sin embargo, esta vía – la del Estado de Derecho – siempre es más complicada que las proclamas a balcón abierto, aunque últimamente parece que el interés político del PSOE se ha revelado con cierta eficacia para torturar a las leyes y a los procedimientos establecidos. Tras los fuegos artificiales de la solemnidad, llegan los problemas y los agujeros democráticos al proyecto: si se pretende unos paises llionesescon Zamora y Salamanca, el acuerdo debe ser de las tres diputaciones (a dos ni se ha consultado siquiera) y de los dos tercios de los municipios de cada provincia (lo que revelaría que en este charco no hay agua); si se quiere León sólo, ¿con qué legitimidad va a oponerse la Diputación provincial si tres cuartos de los 38 municipios de El Bierzo deciden mantenerse en Castilla y León o anexionarse a Galicia?
Como se ve, lo ocurrido es sólo ruido, pero como todo estrépito causa daños. Los más afectados, los propios leoneses a quienes el traspantojo mantiene ocupados y preocupados y, después, al PSOE que ha pasado de querer blindar las comunidades en la Constitución a considerarlas tan gaseosas como para cambiarlas según convenga sin importar el melón que se abra (últimamente, los socialistas son expertos en cucurbitáceos pasados a cuchillo). Puestos a repensar las autonomías, habría que poner encima de la mesa todas las opciones, desde eliminarlas a multiplicarlas por la vieja piel de toro. Después del entretenimiento, vemos si el país está mejor y cómo se gobierna, pero eso parece ser secundario en todo esta comedia.
En fin, no estaría mal que el PSOE de León se preocupase más de solucionar problemas que de crearlos y pensase si merece la pena utilizar las instituciones para pasar a cuchillo a los rivales o para debirlitar a quien, pocos meses antes de las elecciones, es la imágen de su partido en el resto de provincias.