Editorial

Nuevo golpe a la democracia en los países latinoamericanos

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El asesinato del candidato a la Presidencia de Ecuador Fernando Villavicencio ha vuelto a poner de manifiesto los graves problemas a los que se enfrentan muchos países latinoamericanos para garantizar y mantener intactas sus democracias.

Villavicencio, que fue tiroteado a la salida de un mitin político en un colegio de Quito en su campaña de cara a los comicios presidenciales que se celebrarán el próximo 20 de agosto, era un reconocido periodista de investigación, que destapó grandes casos de corrupción que terminaron en procesos judiciales con sentencias condenatorias. Además había sido en la última Asamblea Nacional el presidente de la Comisión de Fiscalización desde donde hizo serias denuncias sobre el narcotráfico y los vínculos con sectores políticos. 

Ante este asesinato, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, ha declarado un estado de excepción por 60 días en todo el país y las Fuerzas Armadas se movilizarán para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Precisamente esa situación de inseguridad, ante la creciente presencia del narcotráfico que extiende sus redes por los países latinoamericanos, constituye un grave problema que hace peligrar sus democracias. 

La creciente polarización política y el auge de los populismos, que favorecen el impulso de gobiernos que huyen con facilidad de las prácticas democráticas, se convierten en escenarios ideales para que la corrupción cobre un mayor protagonismo, y todas aquellas voces que tratan de denunciar esos hechos viven constantemente amenazadas.

Villavicencio era un ejemplo de esa situación. Un periodista que antepuso las denuncias de esas prácticas de corrupción, azote del anterior presidente Fernando Correa, y que era consciente de los peligros a los que se enfrentaba, pero no por ello decidió callarse. El problema es que cada vez haya menos personas dispuestas a arriesgar su vida para frenar esas prácticas, y que además no cuenta con un respaldo social fuerte, que también vive atemorizado por esas amenazas a las que se enfrentan.

Los ciudadanos ecuatorianos están convocados a las urnas el próximo 20 de agosto para elegir a su presidente, y lo harán en un ambiente de máxima tensión, con un futuro muy incierto donde la inseguridad cada vez es más evidente. Una dura, y peligrosa, batalla a la que se enfrenta el pueblo ecuatoriano, pero también otros países latinoamericanos, que necesitan un apoyo internacional al que asirse para no dar alas a esas redes corruptas y conseguir frenarlas y erradicarlas.

La democracia vuelve a sufrir un ataque con ese asesinato y eso no puede dejar indiferente a ningún país que busque un orden mundial en paz.