Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Archivos, monumentos y complicidades

01/05/2024

Hace escasos días recibí una petición de una persona interesada en ver Santa María. El párroco me pidió que atendiera esa demanda que había recibido, bien sabe mi pasión por nuestro patrimonio y mi disponibilidad para mostrarlo.

¿Qué quería ver Policarpo de Santa María, algo en especial?

Era una persona desconocida, pero al momento de presentarnos en mi querida Plaza de la Villa, enseguida surgieron varios temas de sumo interés.

Pregunté si quería ver algo especial de este templo. Él estaba interesado de las pinturas del Pantocrátor y al momento al entrar, una cara de sorpresa delató su asombro, era como si encontrara algo esperado, o quizás inesperado. Me comentó que la tarde anterior estuvo viendo Santa María de Madrigal y sus pinturas, y me dijo que esperaba algo semejante.

Pronto entramos en conversación de tipo artístico, le comenté las tres pinturas murales medievales de nuestra comarca, y las tres distintas ?le dije yo, en tiempo y en forma o estilo, a mi juicio? ambas tres de una misma temática y sin embargo las tres diferentes. Mi teoría le sorprendió, y yo le comenté que en todo caso es mi opinión, no siempre compartida por técnicos diversos, pero basada en numerosos detalles fruto de mi constante observación. Siempre veo algo nuevo…

Otro tanto le pasó con el coro bajo, un aljarfe con taujeles cubiertos con lacería ataujerada con ruedas partiendo de estrellas, sobre una cornisa de mocárabes, es decir, para entendernos popularmente, en castellano llano, un artesonado, bellísimo y recuperado afortunadamente de la ruina de la iglesia.

No sé si le gustó más la explicación artística o los detalles y anécdotas entorno a nuestras dos magníficas obras de arte. Tengo la sensación de que me quedé algo. Durante el relato, advertí que el arte le interesaba, pero no parecía gran experto, por lo que mis comentarios eran acogidos con interés, tanto como el que yo pongo al mostrar nuestro patrimonio histórico y monumental.

Pronto también nos mostramos en el aspecto personal. Yo creo que él me conocía mejor que yo a él… o acaso al decirle que era el Cronista de Arévalo desperté otras inquietudes o preguntas.

Él es abogado y venia con Ana su mujer. Pero la sorpresa surgió cuando me comentó su dedicación. Era el promotor de la asociación "En Defensa del Archivo de Salamanca", esa contienda que tanto ha dado que hablar y escribir, de muy mala pinta política, pero su tesón y perseverancia dan algunos frutos, aunque no debo ser yo el que desvele sus logros. Difícil y comprometida labor.

Y Claro, pronto surgió la pregunta por otra cuestión de leyes y tribunales, ha seguido el proceso jurídico de La Lugareja, pero me preguntó por el desenlace. Muy grande fue la sorpresa suya cuando le manifesté que aún estamos a la espera de la ejecución de la sentencia del Supremo. Una sentencia por otra parte tan rotunda y clara.

Pues nada, una visita por carretera para verla en la distancia, lamentando no poder acceder a ella, de momento, entre sus comentarios de admiración. Y el interés por otro edificio, en este caso la minúscula y bella ermita de la Virgen del Camino, pues allí fuimos y muchas fotografías con el fondo del casco histórico.

Un encuentro no previsto, pero como si hubiera sido planeado, y además entrañable y lleno de interés, contenido y muchas concordancias y claridad en las ideas… podría decir que, mostrando la ciudad, en pocas ocasiones me he encontrado tan a gusto y con esa complicidad… ¡haciendo amigos!!!