Socorro San Cristóbal y Julia Cintrano llevan poco más de dos meses al frente de sus negocios: una tienda de alimentación en Navatalgordo y una librería en Ávila, respectivamente. Ellas abrieron sus tiendas como alternativa al desempleo, una en el medio rural -en el que escasea el comercio- y la otra en el urbano -en el que hay más concentración comercial-.
Con poco más de 200 habitantes censados, Navatalgordo representa ese numeroso grupo de pueblos abulenses con menos de seis establecimientos comerciales. De hecho, Socorro se animó a abrir su establecimiento al saber que cerraba «la única tienda de alimentación que había en el pueblo con horario de mañana y tarde», nos cuenta. «Los vecinos nos han acogido bien y poco a poco vamos incorporando nuevos productos que los clientes nos van pidiendo», explica. Ella admite que es «los fines de semana» y en fechas señaladas como «Semana Santa» cuando más caja hacen precisamente porque «es cuando más gente hay en el pueblo, ya que entre semana somos pocos vecinos». Más habitantes había en Navatalgordo cuando su suegra regentaba una tienda de alimentación y un bar en el mismo local en el que Socorro acaba de abrir la suya. «En su recuerdo la hemos llamado 'La tienda de Lucía'», apunta. Ella confiesa que no tenía experiencia en comercio, pero confía en «poder salir adelante» y ya baraja la posibilidad de «ampliar el local» incoporando al espacio de venta el que ahora usan como almacén para poder «vender carne» y así dar más servicio a los vecinos.
Por el contrario, Julia no tiene opción de ampliar su librería, cuyas dimensiones son muy reducidas porque para ella «era más importante la zona que el tamaño del local, yo quería abrirla en el centro de Ávila y finalmente pude hacerlo en la calle Duque de Alba, que tiene muchísima vida», nos cuenta. Antes de abrir la suya, Julia trabajó durante mucho tiempo en una librería, pero ahora hace las cosas «como a mí me gusta» y se ha decantado por incorporar «cómic y manga», de manera que «sobre todo los viernes se acercan muchos chavales a comprar» este tipo de producto editorial.
Está contenta con la respuesta del público y aunque abrió la tienda en tiempo récord admite que las Administraciones públicas no lo ponen fácil. «La burocracia fue lo peor, te ves desamparado, intenté vender prensa y acabé por desistir porque no recibía respuesta del Ayuntamiento para poder poner un simple cajón en la calle donde me dejaran los periódicos, contestación que por cierto acabo de recibir ahora, dos meses después de abrir».