David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Huérfanos

15/01/2025

Ahora que la presidencia del gobierno nos convoca (es un decir) a un sinfín de actividades conmemorativas del franquismo, tampoco estaría de más repasar algunos de los hitos abulenses de aquel régimen. En realidad, el Gobierno no ha convocado a la ciudadanía que, lógicamente tiene otras preocupaciones más acuciantes, como hacer la compra, sino que se convoca a sí mismo en una especie de conjuro expiatorio al que se sumarán del otro lado, como señalaba Andrés Trapiello, otros cien tarados pertenecientes a otro bando. No sabemos cuáles de esos actos se desarrollarán en nuestra ciudad. Motivos hay para el recuerdo, el homenaje o la sátira. Quizá no estaría mal que el primero lo convocaran a las puertas del Colegio de Huérfanos, hoy edificio universitario, y que es en esencia y en estética uno de los hitos del franquismo. 
La arquitectura racionalista triunfó en cada uno de los regímenes autoritarios de Europa. En España lo hizo más tarde. Son edificios pétreos, imponentes con una simbología clara de poder, rectitud y consistencia. Frente a las corrientes neorrenacentistas italianas, se impuso aquí un cierto misticismo neoherreriano cuya inspiración lógicamente es el Monasterio de El Escorial: linealidad, agujas, chapiteles y pizarra. Fue en 1956, ya avanzado el régimen, cuando la mujer del dictador inauguró el llamado Colegio de Huérfanos ferroviarios. Y aunque yo no lo conocí para tal cometido, siempre me inquietó el que hubiera tanta orfandad entre los trabajadores de las vías ferroviarias y mi imaginación infantil y adolescente pensaba que, como en un relato trágico victoriano, a uno de cada tres maquinistas, factores u operarios de aquella época les pasaba un expreso por encima y dejaba a los hijos sin futuro ni sustento. 
Tras un breve tiempo como Escuela de Policía, que no recuerdo, mi generación asocia el edificio del Colegio de Huérfanos como la sede de la UNED. Se impartieron allí en los noventa grandes cursos y en sus inmediaciones se celebraron las más gloriosas verbenas y fiestas populares que jamás conoció la ciudad. No en vano si tiene usted más de cuarenta años, seguirá hablando del "edificio de la UNED". Comienza ahora una nueva etapa, una nueva propiedad para el ya viejo edificio neoherreriano. Se ha vendido todo un complejo por poco más de lo que cuesta un piso en Serrano y Castellana. Por seis millones se vende la plaza de toros de El Escorial (busquen el anuncio). Aquí ha habido una ganga. Supongo que le darán buen uso: bienvenida sea cualquier actividad universitaria, bienvenidos sean los jóvenes. Pero una generación ya mayor, como la mía, se ha quedado huérfana y en el fondo seguirá hablando del viejo edificio de la UNED. Tan solemne, franquista todo él.