Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


La cruz herida por el rayo

22/11/2024

Ninguno de los abulenses que lo vivimos lo hemos olvidado. Todo se desencadenó alrededor de la una menos cuarto de la madrugada de aquel caluroso 26 de junio de 1990. Una fuerte tormenta de verano, con tromba de agua y aparato eléctrico, descargaba sobre Ávila en esos momentos, y un rayo impactaba en la iglesia del convento de franciscanos de San Antonio. Lo hacía precisamente, con malhadada puntería, en la bola de latón o estaño situada en la punta de una cruz: aquella que coronaba la cúpula que recubría la capilla de la Virgen de la Portería, construida tres siglos atrás y atribuida al arquitecto Pedro de Ribera. Disponía de pararrayos, pero probablemente no llegó a funcionar, por tener su cable desprendido. Poco después, el tejado, de pizarra y madera, comenzaba a arder como yesca. En apenas dos horas, las llamas habían arrasado su estructura. 
Algunos vecinos, así como el guardagujas de la torreta de Renfe situada detrás de la iglesia, advirtieron el incendio en su primer estadio, dando aviso con celeridad a los frailes. El ferroviario tendría que atender además a una incidencia profesional, pues otro rayo cayó en la catenaria de la línea férrea próxima al convento, lo que afectó a la circulación de trenes entre Ávila y Madrid durante unas horas. 
En breve hicieron su aparición para la extinción del incendio todos los efectivos del Parque Municipal de Bomberos de Ávila. A su llegada no se apreciaban llamas en la cúpula, solo chispas y humo, debido a que se había formado una cámara entre el tejado y la cubierta, un espacio oculto donde el fuego actuó inicialmente de manera latente hasta consumir la madera y romper el tejado, siendo entonces cuando las llamas afloraron a la vista. Gracias al esfuerzo y pericia de los bomberos, en unos tres cuartos de hora quedaban controladas.
La preocupación, más allá de apagar el fuego, era que no se extendiera al tejado de la iglesia colindante, lo que habría devastado la parte principal del templo. Además, había un riesgo añadido por la cercanía de los depósitos de fueloil. Una dotación procedente del parque de extinción de incendios más cercano a la capital abulense, el de Peñaranda de Bracamonte, llegó al lugar del siniestro hacia las tres de la mañana, aunque entonces el fuego estaba ya prácticamente apagado. 
A pesar de las altas horas, muchos vecinos se congregaron ante la iglesia, además de autoridades como el alcalde, Antonio Encinar Núñez y el obispo de la Diócesis, Felipe Fernández García. La desolación de todos era evidente.
Sobre las cuatro de la mañana, ya reducido a escombros el entramado exterior, la cúpula se desplomaba al suelo de la capilla, con gran estruendo. Ávila asistía con impotencia a la destrucción de parte de su historia. Sin embargo, la imagen de la Virgen de la Portería pintada por Salvador Galván permanecía en su lugar, sin verse afectada, igual que el conjunto escultórico a su alrededor, los retablos barrocos o las vidrieras.
Al día siguiente, los propios franciscanos, con ayuda de vecinos, iniciaban las tareas de desescombro, cubriendo de plásticos las piezas artísticas conservadas para evitar que las inclemencias del tiempo las pudieran dañar al estar a la intemperie, sin techumbre. Una cuadrilla municipal se unió a las labores en sucesivos días.
El año inmediatamente posterior, 1991, la Junta de Castilla y León acometió la restauración, adjudicando a la empresa Volconsa, por un montante de unos 60 millones de pesetas, sendas actuaciones de reconstrucción de la cúpula, linterna y chapitel de la capilla de la Virgen de la Portería, así como de la bóveda y linterna de escayola, del convento de San Antonio de Padua en Ávila. 
Hoy, en la cúpula del crucero de la iglesia, un fresco recuerda por siempre la catástrofe sucedida. Como si acaso pudiéramos olvidarla. En 2025 se cumplirán 35 años.