La lectura del artículo publicado por el abogado Pablo Casillas en el Diario de Ávila del pasado día 18 de este mes en su sección 'El Corrillo', en la que trata sobre la Zona de Bajas Emisiones de la ciudad de Ávila y su Ordenanza, me mueve a abrir el ordenador (un clásico diría a tomar la pluma) y entrar en el tema para expresar mi preocupación por este asunto, que considero que no se ha debatido y sobre todo no se ha explicado suficientemente a los ciudadanos abulenses para que puedan conocer los motivos de esta decisión del gobierno municipal y las consecuencias que implicarán para el futuro de la zona implicada, fundamentalmente la que corresponde al recinto amurallado y algunas calles próximas.
Pablo Casillas mantiene una postura crítica, contraria a la forma en que se ha llevado el asunto, y denuncia la falta de razones medioambientales de peso para aplicar esta figura urbanística y ambiental al casco antiguo de la ciudad. Aporta para ello argumentos jurídicos y consideraciones que no podemos menospreciar porque ejerce de forma responsable su derecho a la libertad de expresión. Cuestiona las decisiones tomadas, plantea sus objeciones de forma meditada, no simplemente por el capricho de oponerse y como ciudadano tiene derecho a ser escuchado. Por su parte, las autoridades municipales tienen el deber de dar las explicaciones pertinentes a los vecinos, porque no se trata de un tema menor, sino que afecta a todos los abulenses, y reitero mi opinión de que no se ha debatido ni informado lo suficiente a la población.
Creo que estamos a tiempo de reconsiderar el asunto. De abrir un poco más el debate antes de cerrarlo definitivamente. Desde el mayor respeto a todos los grupos municipales, especialmente al equipo de gobierno que es el responsable de tomar las decisiones que afectan a la ciudad, creo que sería posible dialogar, informar y barajar alternativas con la máxima transparencia para todos. Establecer en las ciudades Zonas de Bajas Emisiones en los puntos más afectados por la contaminación del tráfico es una estrategia que se ha fijado en nuestro país para conseguir una mayor calidad del aire que respiramos y por tanto calidad de vida para sus habitantes. Pero también tienen sus contrapartidas, sus inconvenientes, sus 'peajes'. Elegir los puntos de la ciudad donde se aplique exige estudios, datos contrastados y sentido común por parte de todos para que sea lo más eficaz posible y no una simple medida cosmética, de 'postureo' ambiental.
El diálogo debe ser siempre la herramienta de trabajo básica en la vida del municipio. Al final es una institución: el Ayuntamiento y quienes lo gobiernan, los que deben tomar la decisión definitiva, pero si ésta es fruto del diálogo, de los argumentos contrastados y del interés común, seguro que será también la más acertada. Convertir la Zona de Bajas Emisiones en una Zona de Altas Decisiones dice mucho de la categoría de nuestra vida municipal, ya que en ese debate cualquiera de los participantes puede y quizá deba rectificar sus posiciones. Pero como dice el viejo refrán castellano «rectificar es de sabios» y nunca supone una derrota para nadie sino una victoria para todos.