Creo que esta es la primera vez que utilizo el espacio que me brinda en sus páginas el Diario de Ávila para tomar la palabra en nombre de la Asociación de Periodistas de nuestra provincia, a la que tengo el honor de presidir, y expresar, primero gratitud, después, una serie de ideas y emociones, relacionadas con Cruz Roja de Ávila.
Como todos los lectores seguramente ya saben, esta organización (ONG con mayúsculas, que decimos ahora) cumple ciento cincuenta años de existencia en Ávila. Fundada en 1874, llega hasta nosotros más fuerte y joven que nunca y, entre otros acontecimientos para conmemorar su cumpleaños, hoy celebra en el Auditorio Municipal de San Francisco un acto en el que entregará varios premios a distintas asociaciones y entidades abulenses con las que comparte muchas de sus actividades y proyectos.
Una de estas entidades es nuestra Asociación, que recibirá el premio a la Humanidad. Acompañamos a la Protectora de Animales Huellas, premio al Voluntariado; Escuela Nacional de Policía, Unidad; Fundación Ávila, Independencia; Aredis, Neutralidad; Nuevo Amanecer, Imparcialidad y Universidad de Salamanca, Universalidad. En nombre de todas las mujeres y hombres, de los profesionales que participamos de la Asociación de Periodistas de Ávila, muchas gracias. Gracias por recordarnos y por incluirnos en este honroso elenco, por tener un gesto de reconocimiento a las y los profesionales que realizan la misma noble tarea de informar a sus conciudadanos. Acudiremos a recoger este premio con toda la humildad y la alegría que merece.
Con respecto a las ideas que esta celebración me sugiere, la primera es la vigorosa longevidad de Cruz Roja. Una institución que en siglo y medio de historia no ha dejado de crecer, de renovarse, es sin duda necesaria. Imprescindible su vocación humanista, su servicio desinteresado y neutral, especialmente a los marginados, a todos los países asolados por la guerra, las catástrofes naturales, las humanitarias.
Una segunda valoración es el espíritu solidario mostrado por la sociedad abulense, que enseguida se sumó al movimiento. Fundado en Madrid en 1864, solo pasaron diez años para que llegara hasta Ávila. En una época en la que la comunicación y la difusión de las ideas era bastante más lenta que la actual, sorprende el poco tiempo transcurrido. En solidaridad al menos no nos quedamos atrás.
La emoción viene de los valores que Cruz Roja defiende en un mundo que cada vez parece despreciar más los Derechos Humanos por los que tantas personas dieron su vida, su esfuerzo, y lo mejor de sí. Derechos, virtudes y mandamientos bíblicos que desde el comienzo de la Historia ordenaban curar a los heridos y enterrar a los muertos, dar de comer al hambriento y de beber el sediento, acoger al extranjero, visitar a los presos… Ahora tienen otros nombres que suenan muy bien, que parecen más hermosos, pero en el fondo vienen a exigirnos la misma capacidad de comprensión y solidaridad hacia todos nuestros semejantes, sin distinciones de raza, nacionalidad, sexo o religión… Ahora se llaman Humanidad, Voluntariado, Unidad, Independencia, Neutralidad, Imparcialidad, Universalidad. Son los principios de Cruz Roja. Y con cada uno de ellos ha distinguido a las instituciones a las que premian por acompañarlos, cada una con sus medios y sus objetivos, en esta a veces desconocida tarea de ayudar a nuestros semejantes cuando lo necesitan. Y hacerlo de una manera en la que el voluntariado, la aportación personal desinteresada, se aúnan a la especialización, el trabajo bien organizado y la capacidad de responder en todos los lugares y situaciones que requieren de su presencia.
Termino como empezaba. Con agradecimiento, con emoción. Enhorabuena Cruz Roja de Ávila por esos juveniles ciento cincuenta años tan bien llevados y tan útiles para todos. Sois una realidad de la que la sociedad abulense puede sentirse muy orgullosa.