El 1 de marzo de 2022 escribimos un artículo en estas mismas páginas con el mismo título por eso este lleva el número 2. En él y a modo de resumen dijimos: «… propuestas legislativas promovidas por populismos de extrema izquierda con Podemos a la cabeza. Es más, sorprende la fijación que tienen los «podemitas» con los alquileres y la manía que profesan a los arrendadores. *…los españoles tienen derecho a tener una vivienda digna y adecuada. Pero eso no supone que las administraciones nos las tengan que proporcionar y tampoco es un derecho exigible ante los tribunales y menos aun que pueda ser una exigencia frente a terceros, mediante la apropiación de la vivienda bien sea a través de la ocupación por la fuera o manteniendo la posesión sin cumplir los requisitos contractuales acordados. *…no parece justo que tenga que ser el arrendador respectivo quien tenga que asumir la carga social destinada a paliar el deterioro en la posición social o económica de su inquilino. *…provocar una reducción de la oferta con la consiguiente elevación de precio o que los arrendadores adopten medidas muy selectivas a la hora de alquilar.»
Pues bien, hemos querido rescatar dicho artículo para hacer un auto examen y si es necesario una crítica y si llega el caso una rectificación. O cuando menos comprobar si estábamos en lo cierto y si dichas opiniones eran más o menos correctas o acertadas. Pero quizá sería mejor que sean Ustedes, queridos lectores, los que juzguen y/o califiquen. Y nosotros nos vamos a limitar a exponer la realidad actual, las consecuencias y la situación del mercado del alquiler. Pues la realidad, a veces es tozuda y cuando no aplastante. La Ley «podemita» que pretendía bajar los precios de los alquileres y favorecer a las clases desfavorecidas y vulnerables en su necesidad de acceso a la vivienda. Ha provocado todo lo contrario: Que los alquileres hayan subido mucho más y que los colectivos vulnerables tengan mucho más complicado acceder a una vivienda. Pero es más, muchos propietarios destinan sus viviendas al uso turístico en detrimento del alquiler tradicional y el perfil de comprador está cambiando del familiar o residente al de inversor, por lo que se vacía el parque de vivienda en arrendamiento permanente. Y los propietarios que se quedan en la modalidad de larga estancia elevan los precios porque la presión de la demanda es mayor. Es decir, ante la indefensión que sufren los propietarios han optado por pasar al alquiler vacacional pues con ello esquivan la malignidad de la Ley de Arrendamientos Urbanos y se abren a ganar 4 o 5 veces más, con las viviendas de uso turístico. Que ahora, se ve facilitada por plataformas como Airbnb y Bookink. Yo mismo las uso para mis viajes y vacaciones. Pero esa tendencia también ha traído sus consecuencias en las zonas céntricas de las grandes urbes (Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga) y es el malestar del ciudadano por los excesos del turismo. Y en Canarias y Baleares haya surgido un movimiento en contra del turismo, ¡su gallina de los huevos de oro! En un país España, en el que ya se auguran más de 100 millones de turistas para este año. No queda más remedio que convivir con los dos modelas de alquiler, con la necesaria profesionalización y con la justa regulación.