Alfonso Caro

Sunset Bulevar

Alfonso Caro


Tenlo claro: el corto es cine

07/04/2025

Son días de celebración por partida doble. Por un lado la abulense Julia Hernández de la Parra y el resto del equipo del cortometraje Sal de la habitación han sido reconocidos con la Mención Especial del Jurado en la octava edición del certamen INICE-Mujer, que centra su actividad en cortometrajes sobre igualdad de género; y por otro Nacho Sánchez ha conseguido otro premio por su trabajo en el corto Una cabeza en la pared, esta vez en Benidorm.
Julia se suma así a una lista de abulenses que destacan por su talento cinematográfico y con los que cada vez es más urgente organizar un encuentro para poder rendirles el justo homenaje que merecen. Y Sal de la habitación también se suma a una larga lista de títulos que bien merecen llegar de una manera más efectiva al público y que en muchas ocasiones quedan condenados a circuitos especializados o casi privados al no encontrar esa ventana que les conecte con los espectadores. Y este es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el cine en formato cortometraje, porque aun contando en España con un potente tejido audiovisual que ha cosechado más de 5.000 premios en festivales internacionales en la última década, lo cierto es que el gran público sigue identificando el cortometraje con un género menor. Y no, los cortometrajes no son sketches, sino verdaderas piezas cinematográficas que no pocas veces contienen mucho más cine en una docena de minutos que los largometrajes.
Estos días se ha celebrado en la ciudad de Benidorm el Skyline Benidorm Film Festival, uno de los festivales referencia del circuito del cortometraje y una cita que brilla con una luz especial desde la Marina Baixa en el abultado calendario nacional (qué alegría que los ayuntamientos prefieran cada vez más promover la cultura) que se ha posicionado como un formidable escaparate de buena parte de los mejores cortos que se ruedan cada año en España en el que todos quieren estrenar sus trabajos. Pero tras esta celebración siempre nos asola la misma sombra ¿Y ahora qué?
Porque tenemos que buscar la manera de que estas películas no solo sean disfrutadas por el público de los festivales, tenemos que construir un circuito de distribución y exhibición comprometido con el cortometraje, sin duda el formato cinematográfico que más está apostando en la actualidad por el cine con mensaje social y político; y sin duda el más libre, independiente e irreverente que se rueda cada año en España.
Plataformas como Movistar Plus+ o Filmin llevan años firmando un excelente trabajo en esta tarea de dar visibilidad a cortometraje pero se echa de menos que otras plataformas masivas también hagan lo propio habilitando un espacio para el cortometraje en sus ventanas de contenido, algo que también podría estudiar la Federación de Cines de España, volviendo a incorporar como antaño el cortometraje en sus sesiones, antes de dar paso al largometraje. 
Y todo esto limitándonos al ámbito del ocio, porque si por fin las instituciones reconocen el poder del cortometraje como herramienta educativa y formativa, podríamos ponernos a soñar con conciertos a nivel autonómico y nacional que incorporen el cortometraje como un instrumento de enseñanza en las aulas, algo que podría ser un éxito a la hora de conectar con un alumnado cada vez más habituado a relacionarse con el mundo que le rodea a través de las pantallas y de la imagen.
Y no quiero despedir esta columna sin acordarme también de los medios de comunicación, otro agente necesario para el cambio que debería tomar un papel más activo en la comunicación de este formato, que no para de recordarnos aquello de que lo bueno, si breve, dos veces bueno.