Hace un año el PSOE cosechó uno de otros tantos peores resultados de la formación en la capital. Un raquítico 15% (4.459 votos) es su aportación al pleno capitalino como única formación de izquierdas. De nada sirvió un más atractivo cambio de caras, ni algunas propuestas imaginarias. Con la dureza de una voz casi cazallera desde su toma de posesión se situaron en una irresoluble equidistancia. El alcalde –gobierna en minoría– creyó tenerles gratis a su lado, para todo, por todo y contra todos (las derechas). Se equivocó y su resbalón le ha llevado a no serle aprobados los presupuestos, no superar una cuestión de confianza y tener que esperar una moción de censura, ya, desconfirmada.  
Escribo esta columna entre «un rotundo no a ninguna moción de censura con el Partido Popular donde tenga que estar la ultraderecha…» y la víspera de la decisión 'reflexionada' del presidente del Gobierno sin saber su desenlace. Sea cual sea éste, el socialismo –obrero– va a entrar en una crisis más que profunda por la poca credibilidad de sus liderazgos, sus alianzas poselectorales, sus envites a la democracia y ello se va a transmitir a todos los niveles y escalafones de una formación territorialmente mermada. Una tendencia que algunos cuestionarán, pero que ya en Ávila comenzó internamente hace meses –casi años– con la disgregación socialista hacia otras formaciones nuevas, en su mayoría provincialistas y que continuará.
La alternancia en política es casi una condición necesaria del actual sistema representativo y que Ávila no ha tenido ideológicamente en cuarenta y cinco años. Los socialistas ni cuando obtuvieron sus mejores resultados tuvieron voluntad de querer gobernar la ciudad de Ávila (olvidados en la provincia). Fallida la moción de censura, la cuestión a partir de ahora es con quien van a querer hacerse el harakiri. Opciones tienen varias: pactar una coalición con la formación localista Por Ávila corriendo el riesgo de ser casi absorbidos, ya que los amarillos cuentan con miles de votos de la izquierda; apoyos puntuales incluido el alza de los impuestos o seguir en la soledad de sus cuatro concejales. No parece aventurado afirmar que transitan hacia la irrelevancia.