Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Perfect Days

19/07/2024

Cada vez es más frecuente encontrarse analistas y pretendidos expertos que utilizan terminología bélica o deportiva para explicar hechos concretos. No tengo claro que el mundo fuese mejor gracias a una visión simplista y maniquea de la vida, porque las cosas requieren matices y tienden a complicarse.

Una eliminatoria deportiva es finalista por principio, porque el que gana pasa. Por tanto, da igual cómo perdió Croacia porque no tiene vuelta atrás; fin de la historia. Los resultados electorales deberían parecer sencillos de interpretar, si tuvieran siempre las mismas claves. Cada país tiene sistemas distintos en función de su idiosincrasia o para evitar resultados que la historia ha considerado perniciosos. Algunos facilitan las mayorías absolutas de gobierno, otras apuestas por modelos presidencialistas, otros hacen inevitables los gobiernos de coalición y si estás en Bélgica es irrelevante, porque serás ingobernable.

Es curioso que todos los analistas destacan la arrolladora mayoría absoluta del partido laborista en Gran Bretaña, cuando sería más exacto decir parlamentaria. El partido laborista ha sido el más votado con el 33,7% de los votos y el partido conservador se ha quedado con un discreto 23,7%. Lo que nadie parece resaltar es que el cuarto partido en sufragios tiene 14 veces más parlamentarios que la tercera fuerza política en votos, aunque sea del excéntrico Nigel Farage (72 contra 5).

En las elecciones legislativas francesas, con su famosa segunda vuelta, y el miedo a una victoria del partido de Marie Le Pen hemos vivido el esperpento máximo. Se ha llegado a afirmar que ha sido un fracaso, siendo la fuerza más votada, y viendo un éxito de poderío institucional que la izquierda insumisa sea la opción política con más parlamentarios. Tal vez sería conveniente recordar en qué consisten los poderes del presidente de la República, su razón de ser histórica y qué programa electoral va a guiar a Francia en los próximos meses.

Tendemos a confundir mayorías parlamentarias con apoyo social o legitimidad democrática. En general los extremos (suelen ser minoritarios) tienden a otorgarse una dimensión social que no se corresponde con su fuerza electoral. Igual que los gobiernos se apoyan de una mayoría parlamentaria electoral para transformar instituciones sin el consenso necesario. Hace tiempo escuche a un analista del partido demócrata argumentar que a Trump había que ganarle en las urnas y con las ideas, porque los atajos no eran democráticos. ¿Alguien cree que en Francia ha ganado la estabilidad?