José Manuel Maíz

La bombonera

José Manuel Maíz


Cinco años han pasado...

15/03/2025

Han pasado ya cinco años desde que se decretase el Estado de Alarma en este país que nos llevó a estar confinados como consecuencia de la pandemia provocada por la covid-19. Y parece que fue ayer, porque lo que sucedió durante aquellos meses, diría incluso años, marcó de una u otra manera a los que la vivimos.
Cinco años han pasado de lo que fue una auténtica pesadilla, que se llevó a mucha gente de nuestro lado, a los que además tampoco pudimos despedir como se merecían, y que nos obligó a replantearnos nuestra vida. 
Cinco años han pasado desde que un buen día, prácticamente sin darnos cuenta, nos dijeron que debíamos evitar todo contacto social y encerrarnos en nuestra casa salvo por cuestiones de causa mayor, lo que nos hizo tomar conciencia de lo importante que son tantas y tantas cosas a las que nunca habíamos dado la suficiente importancia y únicamente el día que nos faltaron comprendimos lo esenciales que son para nuestra vida. El simple hecho de poder dar un paseo tranquilo, de tomar una caña en compañía, de leer el periódico sentado en una terraza mientras tomamos un café, de ir al pueblo para poder ver a la familia o de acercarnos al huerto o de coger el coche para pasar un día con los amigos en un bello paraje de esos que nos permiten recargar las pilas se convirtieron en actividades prohibidas. 
No obstante, y como no hay mal que por bien no venga, y con esa capacidad de adaptación que tiene el ser humano para hacer frente a todas las contingencias que se le ponen por delante, descubrimos que también hay otras facetas a las que se le puede sacar un gran rendimiento. En algunos casos se habían descuidado por que la vorágine del día a día lo hacían imposible; en otros, las acabamos descubriendo para hacer más llevaderas las horas y el paso de los días. La lectura, la cocina, el deporte en espacios reducidos, la limpieza, el bricolaje… fueron tareas que cobraron relevancia… y siempre estando muy pendientes, gracias a los medios de comunicación, de la evolución de la pandemia.
Cinco años en los que, por otra parte, muchos profesionales tuvieron que hacer frente a la pandemia en primera línea, exponiendo y poniendo sus vidas en juego. Tomando una serie de medidas, que en muchos casos parecían improvisadas (no fueron pocas), pero que a la postre salvaron muchas vidas. Fue un ejercicio de supervivencia, de superación, de autocontrol, de generosidad, también de altruismo que ahora, una vez que ha pasado el tiempo, quizá no se haya reconocido como debería.
Porque pronto olvidamos. Siempre pensé que esa pandemia nos haría reflexionar para propiciar un cambio en nuestra sociedad. Para derribar muros y abrir sendas de diálogo, pero hoy tengo la sensación de que sirvió de poco lo que vivimos.
Todos esos gestos de solidaridad, de comprensión, de prestar ayuda a los que más lo necesitaban se fueron perdiendo paulatinamente y sólo cuando nos azota otra catástrofe somos capaces de recuperar ese espíritu. Pero el mundo camina hoy hacia otros derroteros, con un mensaje más belicista, demostrando que si se lo propone es capaz de autodestruirse.