Este periódico publica los domingos una sección que bajo el título "Conversaciones en el lienzo norte", entrevista a personas que o bien son abulenses de nacimiento, de residencia o tienen alguna vinculación con Ávila. En esa entrevista a doble página se da a conocer al personaje, su trayectoria personal y profesional. Gente en su mayoría anónima con actividades diversas y que tiene en común un sentimiento abulense a pesar de que muchos tuvieron que emigrar de esta tierra, a la que regresan como ahora en Navidad.
El lugar elegido tiene su interés y no es casual. El Lienzo Norte no solo es la imagen homogénea de esa muralla ascendiente cuyas humedades cada día son más palpables, sino el sitio donde, por el momento, está el último vestigio de cierta innovación e impulso económico que se ha dado a esta Capital –la idea surgió del ámbito privado– con la construcción de un contemporáneo y atrevido centro de congresos y exposiciones (no ha llegado a consolidarse como tal y alberga, por eso de la cuenta de resultados, todo tipo de eventos, sirviendo de set de spots y rodajes de películas), que mira contemplativo los cubos de esa muralla coronados por la espadaña del Carmen y de los que se han cumplido, ya, quince años.
En el exterior de ese gran espacio y a cielo azul abierto la conversación con alguno de los periodistas locales que cubren esa sección suele ir tomando forma a base de diez preguntas directas que descubren no solo lo que piensa el invitado, sino que muestran pensamientos e ideas muy cercanas a las que tenemos la mayoría de los abulenses y que la clase dirigente suele no querer leer, ni escuchar, pero que sirven de gran termómetro para el devenir de esta Capital. Que es lo que más gusta de Ávila, o como la ve en el futuro son alguna de esas preguntas que el entrevistado responde con gran honestidad, desde una visión más personal. Es sin embargo la pregunta relevante y trascendental ¿el mayor cambio que necesita Ávila es…?, la que se responde en conciencia y me atrevería a decir que en ocasiones con cierta acritud.
La respuesta a esa pregunta tiene una constante en todos los interpelados que se viene repitiendo desde que la sección vio la luz. Unánime es que ese cambio solo puede venir por las comunicaciones y la industria. Ambas siguen sin llegar y supongo que en las siguientes entregas (no es fácil encontrar quienes se presten a someterse a esa desnudez que supone expresar su opinión sobre Ávila) las respuestas seguirán los mismos derroteros, pues es algo que para la mayoría de sus protagonistas fueron suficientes motivos para marcharse en busca de nuevas o mejores oportunidades y para los que se quedaron una firme convicción de lamento y abandono, mezclado con una levísima esperanza. Lo que se necesita para que llegue ese cambio, sería la contra pregunta.