Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Ahora, pies de plomo

21/07/2024

Despedí 2023 con un artículo elogiando la mano como digna representante del tacto. Ahora, transitamos el verano hacia un otoño que vaticinan caliente. Veremos tropiezos de quienes nos gobiernan y de quienes aspiran a gobernar; incluso nosotros podemos tropezar en algún momento. Será importante andar con pies de plomo, pues cualquier traspiés puede hacernos caer.

Agosto está a la vuelta de la esquina. Clave el pie de su sombrilla en la peana, o acomódese a los pies de un árbol. Elija un libro y adelante.  Este texto no se lo tome al pie de la letra, pues enredar con el doble sentido de las palabras es una de las cosas maravillosas y divertidas que permite nuestro idioma, así como comprobar el inmenso juego que ofrecen. 

Aconsejable es leer, o releer, el Diccionario de nuestra Lengua. Hay palabras de tanta enjundia y tan luminosas e instructivas, que cualquier circunstancia puede explicarse en cortas frases, sin necesidad de sacar los pies de las alforjas o los pies del plato. El primer problema es que habríamos de explicar cuáles son los aparejos de un asno, como las alforjas. Los tiempos modernos han cambiado los medios de transporte y complementos, por tanto, también el idioma. Los vocablos se pierden por el desuso cuando arrumbamos al rincón de los cachivaches lo que, en otro momento, fue de gran utilidad. Sabemos que si pierden su nombre quedan condenados al olvido.

Espero entrar con buen pie en el ánimo del lector y si el artículo le disgusta, dele una patada...  Ya se sabe, a veces ustedes nos dan el pie y los que escribimos acabamos tomándoles la mano y agarrando más libertades que las ofrecidas. 

Viene al caso Orbán, cuando tomó la Presidencia por el turno correspondiente. Hizo de su capa un sayo. Sin consideración, se dedicó a visitar dictadores como si fuera el rey de la Unión Europea. Entró este mandatario con el pie izquierdo, signo de mal agüero, y mucho nos tememos que acabe el mandato con el mismo pie. Este personaje, carente de tacto, se metió de hoz y coz a realizar actividades para las que no tiene el plácet, aunque no da puntada sin hilo; actuó, como sátrapa que es, pretendiendo estar a buenas con unos y otros. En democracia no hay pie para el servilismo, así, que se equivoca. Se merece un puntapié.

¿Y Biden?, experto en tropezar en las escalerillas del avión presidencial, parece que camina sin pies ni cabeza; queda en evidencia y patas arriba. El pie de su testamento, de su mandato presidencial, dará el relevo, ¿para sí mismo?, ¿para Trump? Ignoramos si tendremos campo para correr, para huir.

Sí, Biden ha tenido algún tropezón, cosa grave, pero Trump está metiendo la pezuña, como se dice en España, hasta el corvejón. ¿Debemos no tomar al pie de la letra lo que el expresidente y candidato de EE. UU. pueda decir? Ya sabemos que las medias verdades, cuando no mentiras, son su hobby, pero parece que tiene predicamento. Votan allí, las consecuencias afectarán a todo el mundo. Tal vez entremos en un desorden desconocido.

Al peliamarillo parece que se le va borrando el tinte, y el color áureo deviene en marrón mugre, mimetizándose con el color de su cerebro. Metió la pata hasta el jarrete, pateó la ley, la convivencia y la democracia en su país; el plutócrata vive en su mundo, o eso nos parece, y el resto de la Tierra le importa un bledo. Al mentado, la parca le ha susurrado a la oreja, ¿la habrá escuchado? Señal del mensaje le quedó: Nada justifica el asesinato de cualquier persona. Escribimos en febrero que "las palabras son balas"; allí y aquí ciertos personajes siembran munición al azar que cualquier insensato puede utilizar.

Su lema es convertir a América grande de nuevo, ¿cuándo empequeñeció EE. UU.? Trump sí da pie con bola, busca tres pies al gato, por lo que el planeta deberá andar con pies de plomo.

El Supremo de Estados Unidos le sujetó evitando que sus traspiés le hundieran en su propio fango. Si quienes administran la ley le han salvado, nos da que todo está enfermo, o al mundo se le están yendo los pies, y algunos personajes pretenden pisar el pescuezo de los ciudadanos.

Ante lo que se avecina, ¿debemos besar los pies a alguien?: ¡No! No debemos, ni podemos. Pie en pared, firmes en nuestros principios democráticos como actitud para aguantar las patadas de tanto mulo. Erguidos pararemos los pies a cualquier indeseable. No demos un mal paso. Dijo el poeta, "se hace camino al andar, y al echar la vista atrás se ve la senda que nunca se volverá a pisar", y, como aconsejó la Santa, sacúdete el polvo que tanto gañán ha echado a tus zapatillas. Machado y Teresa enseñan con su sabiduría, a no perder pie, a no hundirnos, a afrontar la vida con la mirada al frente y pie firme. No podremos evitar a tanto mostrenco empeñado en rehacer lo imposible: ¡Zopenco, no vayas contra las leyes de la naturaleza! A estos, como en el futbol, patada y adelante.

Por cierto, si pie no le gusta, puede solazarse sabiendo que también le podemos llamar: pinrel, queso, pata. Tiene próximos parientes y allegados como: garra, base, pedestal, y otros que no imaginamos como: razón, motivo, fundamento, son pie también. Con tanto patán suelto no sobran las acepciones, casi treinta, por lo que acepciones, decenas de refranes y dichos para andar por casa y fuera de ella nos ayudan a identificar a ciertos personajes. Recuerde, nuestro diccionario es uno de los mejores libros de autoayuda para andar por la vida y poner, mediante la palabra y sin violencia, a tanto patazas en su sitio.