Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


El sueño de una noche de San Juan

22/06/2024

Abrid mocitos la puerta, que ya es hora de rondar, nochelita de verano, noche clara de San Juan. Mañana por la noche, las hogueras arderán por todo el mundo. Da igual que sea norte o sur, invierno o verano. Desde tiempos inmemoriales, la noche de San Juan purifica el alma del mundo, renovando nuestros deseos, dando inicio a cortejos y ofreciéndole al sol la fuerza del fuego, cuando los días empiezan a menguar y el brío del astro rey comienza a declinar.  
Aserrín, aserrán, maderitos de San Juan…
En una sociedad global pero olvidadiza, no hay cómo los rituales para recordarnos que todos, en el fondo, creemos en lo mismo y tenemos las mismas ilusiones. Somos las criaturas que sueñan y crean, las que miran las llamas la noche del 23 mientras sienten su poder curativo, para ver amanecer el 24 renovados y esperanzados. El mundo en que vivimos es el hogar de todos y las manifestaciones ceremoniales que llevamos a cabo no son tan diferentes. Los rituales nos permiten ver el paso del tiempo y que este transcurre de igual manera para todos. De estas tradiciones que seguimos manteniendo viene también parte de nuestra cultura común. No en vano la noche más corta ha inspirado canciones, obras de teatro, pinturas y hasta arquitectura.
Por la mañana verás, un ramito a tu ventana. 
Por toda la geografía terrestre, volverá el fuego para renovarnos. En función de dónde estemos, podremos llevar a cabo distintas actividades. Da igual que lo llamemos San Juan (en cualquier idioma), Midsummer o Solsticio de Verano. Da igual que veamos amanecer en la playa o en Stonehenge; que cortemos romero con rocío antes del amanecer y nos bañemos en aguas naturales, que veamos la obra más mágica de Shakespeare o que entonemos el romance del Conde Olinos. Que saquemos a pasear a 'les culebres' o los Caballucos del Diablo, que decoremos palos con flores y los alcemos al cielo, o que enramemos el balcón de la persona amada, como ocurre al sur de nuestra provincia, entre otros muchos lugares. Estas acciones, sin embargo, tendrán elementos comunes, pues servirán para los mismos fines. Purificarnos, poner el contador a cero en mitad del año y, por supuesto, buscar el amor.
Si esta ilusión ha ofendido, pensad, para corregirlo, que dormíais mientras salían todas estas fantasías. 
Pero sin olvidar que el ritual no es ilusión ni fantasía, sino elemento humanizador. Frente al desgaste de la comunidad y el enfrentamiento al que nos vemos forzados, es en la universalidad del rito donde podemos encontrarnos, reflexionar y buscar la cohesión. Que la tradición convierte la tierra en hogar común. Nuestros rituales perecen en un mundo cada vez menos humano en el que hasta la inteligencia es artificial. Sin embargo, mañana por la noche las hogueras arderán y todos los corazones latirán a una. Mientras observamos las llamas trepar tan solo esperaremos que la mañana sea una nueva oportunidad, que lo que nos pesa arda y el amanecer se lleve volando las cenizas del alma.