Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Perdón. Un poco de política. Y la acción.

27/01/2025

No paro de estornudar. Me duele la espalda. La garganta. Y sobre todo la cabeza. Fui a urgencias el pasado miércoles y la estampa fue desoladora. Muchos niños pequeños muy malitos, adultos con la mirada perdida, algunos entreteniéndose con el móvil, otros sin saber qué hacer, qué pensar, qué esperar. Ni cuánto. Yo contaba con diez minutos y a casa. Llegaba justo de trabajar, sin saber muy bien cómo había llegado. Y eso es lo que más me asustaba de mi caso. Debo conducir unas dos horas diarias por prescripción administrativa y es algo que, aunque me encanta conducir y ya sabes que me encanta mi trabajo, asusta cada día más. La cuestión es, y me voy a meter un poco en política, que hace falta más inversión en sanidad. Y al menos otro centro de salud que sé que está proyectado al lado de mi casa. Lo sé porque cuando busqué piso hace nueve años me lo comentaron como algo que iba a revalorizar la zona. La zona quizá, pero el piso a no ser que lo arreglasen no iba a valer para más. Aunque aquí se alquila todo y a precios que son de lo más vergonzosos. Por abusivos. Espero que existan más caseros como el mío. Ahora el Ayuntamiento se ha vuelto a meter con las ruinas de la vieja estación de autobuses, que sí, que ya he dicho mil veces que sería un buen aparcamiento porque con la zona centro tan escasa sería un desahogo. Un parking pero con tiendas y por supuesto una sala de cine. Yo por pedir cines que no quede. No sé de quién depende la inversión sanitaria. Si de los presupuestos que no se aprueban del gobierno central. De los presupuestos de la junta y lo que nos dan a cada ciudad. O de la gestión de los ediles. Sea como fuere, hay un centro de salud necesario que no se construye.  
Y enero se acaba y no hay propósitos nuevos que comiencen a cumplirse. Cada día el sol nos regala unos cuantos minutos más y ya van veinte desde que empezó el año. Pero no siento que la luz acompañe a las decisiones para mejorar el mundo y nuestra ciudad en concreto. Veo mucha crispación. Y mucho miedo. No salimos mejores de aquel encierro pandémico. De hecho, salimos más egoístas, más consumistas y con más ganas de comernos, literalmente, el mundo.  
Después de cinco años seguimos siendo unos fagocitadores de todo lo que nos caiga en las manos sin pensar en las consecuencias. Y es que las consecuencias son esenciales en la acción, junto con la intención claro que sí, Kant. Pero a veces la intención puede ser buena y el resultado negativo. A veces hacemos las cosas con la mejor idea, pero sale rana. Y es que ya lo dijo Billy Wilder «Ninguna buena acción queda sin castigo».  

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