Que nadie se lleve a engaños. La empresa no es sencilla. Nunca lo fue. Por eso es el Adolfo Suárez el que manda ahora. Este domingo tiene la última palabra, y debe gritar muy alto. A partir de las 18,00 horas será el escenario en el que se ponga en juego el partido más importante de la temporada para un Real Ávila que llega con la convicción de que, ante su público y en su terreno de juego, es posible seguir en la fase de ascenso soñando con la Segunda B. Un sueño que pese al 2-1 con el que el equipo regresó de Tuilla no ha hecho sino seguir tomando forma. Porque aunque el marcador y el crono empezarán a correr desde el pitido inicial a favor de los dinamiteros, en el vestuario encarnado la única palabra que se maneja es «confianza». Durante la semana los mensajes del vestuario se han repetido una y otra vez. «En el Adolfo Suárez y ante nuestro público es posible» decían algunos de ellos en las redes sociales. Reconocen pleno respeto hacia su rival, pero tienen la convicción de que ante lo escueto del resultado de la ida, y con el público a su favor, pueden desnivelar la eliminatoria. No hay mejor señal en un vestuario que las ganas porque el balón empiece a rodar esta tarde. No hay mejor medicina ante la derrota que un nuevo partido en el que el club, además, ha puesto todas sus energías.
El llamamiento está sobre la mesa. Con el estadio engalanado el Real Ávila ha pedido el apoyo de los aficionados. Desde Tuilla se esperan cinco autobuses y no pocos coches particulares para llevar al campo cerca de 400 gargantas asturianas. Enfrente espera el club poder reunir, al menos, cerca de 2.000 aficionados encarnados que les presten ese «plus», como bien recalcaba Peña en el último entreno de la semana, que necesita el equipo para superar la eliminatoria.
Será una remontada de 90 minutos. El primer objetivo en El Candín era lograr un tanto que hiciera válido el factor cancha de la vuelta. Se logró, aunque dejara el regusto amargo de, al final, no servir para cerrar un empate que hubiera significado un gran paso. Lo impidió Leiras, una de las mejores armas ofensivas de un equipo que hizo de las dimensiones de El Candín su jugador número ‘12’. Aquí será distinto. Todas las miradas se posan ahora en la capacidad del equipo de Roberto Robles por dar un giro de 180 grados a su fútbol y adaptarlo a un campo donde el físico no perdona y en el que el pelotazo no es un recurso ofensivo. Las suspicacias no cesan. Cuesta pensar en un cambio tan radical, aunque las dudas llaman a la precaución.
No podrá contar José Luis Diezma, que deberá cumplir su tercer y último partido de playoffs, con Piru, sancionado. Enfrente Robles pierde a Mini por la misma condición y anuncia la ausencia de Israel por motivos personales y la duda hasta última hora de Ginés por problemas físicos. No parece probable su ausencia. Su liderazgo en defensa parece imprescindible en un encuentro que será el final de la temporada para uno de los dos equipos.
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