Alfonso Caro

Sunset Bulevar

Alfonso Caro


El encanto del entretenimiento sencillo

03/03/2025

No le falta razón a Javier Ocaña cuando afirma que películas de este tipo se estrenaban no hace mucho a pares todos los meses en la cartelera, y hoy en día sus estrenos son muy puntuales a lo largo de todo el año. Y es que 'Amenaza en el aire' responde a ese prototipo de cine sin más pretensión que la de entretener desde la perspectiva del thriller, una fórmula muy noventera que hoy en día se estila mucho en las plataformas pero no así en las pantallas de cine. 
Y con ese espíritu juguetón firma Mel Gibson su última película. Alejada por completo de su estilo como realizador, que nos ha brindado títulos de culto del cine comercial como 'Braveheart', salvajes lecturas religiosas como 'La pasión de Cristo' (que el año que viene tendrá su continuación, de nuevo con Jim Caviezel como Jesús) o directamente obras maestras como 'Apocalypto' (que crece con cada revisión), 'Amenaza en el aire' es un cambio de tercio notable para el director, que propone un pacto al espectador que se basa en aparcar cualquier pretensión artística para brindar 90 minutos de pura diversión. Porque es cine que apenas requiere despliegue de medios y porque tanto en su planteamiento como su desarrollo no se sale ni unos centímetros de esa autopista perfectamente asfaltada que el género ha construido con tanta eficiencia en las pasadas décadas.
El traslado de un testigo protegido en avioneta para declarar contra un mafioso es el punto de partida de una película que se desarrolla prácticamente al completo en una avioneta y con tres únicos personajes. Y es en el trabajo de sus actores donde reside la gran fortaleza de 'Amenaza en el aire', con una Michelle Dockery muy contenida, un Topher Grace muy irónico y un Mark Wahlberg totalmente desatado. Un tridente de posiciones encontradas que se retroalimenta para lograr su efectividad narrativa y para que todo acabe funcionando como el pasatiempo que persigue ser. Y es que más allá del thriller la cinta respira estupendamente con las dosis de humor que inyectan sus personajes a una trama bastante normativa en este tipo de productos. De nuevo un Marshal pasándolas canutas para lograr que su testigo llegue de una pieza, y tenemos cine para rato en esto de los Marshals, la agencia federal de policía más antigua de Estados Unidos que básicamente fue creada en 1.789 (sí, el mismo año que estallaba La Revolución francesa) para asegurar el poder judicial, el traslado de los presos y la recuperación de los fugados, y cuyos agentes han estado muy presentes en el cine norteamericano tanto en el thriller moderno como en muchos westerns, algunos de ellos de los más recordados de la época de oro del género.
Una apuesta de 25 millones de dólares (otro juego para el espectador sería indagar cómo y dónde se han gastado el presupuesto...) que ya ha recaudado el doble en la taquilla (y seguirá sumando) y que es una llamada de atención para que el cine no arrincone del todo géneros y fórmulas que siempre han funcionado de maravilla.