David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Almar

29/05/2024

En los tiempos en los que aún se podía enseñar algo de técnicas de escritura en los currículos de la secundaria o del bachillerato, era fundamental que los alumnos aprendieran a expresarse sin caer en los clichés o en citas sin atribución exacta. Parece que aquello no ha cuajado. Tertulianos y voceros se aprenden una consigna y la repiten. Da igual su atribución o su veracidad. Como cuando escuchas "el fascismo se cura leyendo" que se atribuye, según el caso, a Unamuno, a Baroja, a Saramago, a Hemingway o a García Márquez. Lo mismo me da que me da lo mismo.

Del río al mar. Los partidos de la progresía se han aprendido ahora esta delimitación geográfica que nos valdría para designar un arrozal en la albufera como para promocionar una urbanización en el levante: magníficos adosados en la zona del río al mar o haga rafting y deportes de riesgo desde el río hasta el mar. Como lo repiten en bucle, yo cada día me acuerdo de esos pueblitos en los que no has parado nunca y cuyos carteles te sorprenden de camino a Salamanca. De modo que, cada vez que las ridículas Yolanda Díaz, Belarra o la inquietante Elisabet Duval (mira que cambiarte de sexo y ponerte un nombre de novela gótica de cuarta fila) te suelten eso del "río al mar", yo no hago más que acordarme de Ortigosa del Río Almar, Solana del Río Almar, Ventosa del Río Almar. Son sitios por donde jamás transité, donde habrá buenas gentes, y que quizá merezcan ahora algo de circularidad monetaria, como dicen los burócratas europeos.

En mis tiempos de estudios de la Filología, allá por los noventa, tenía un prestigio enorme la toponimia y el origen de las nomenclaturas. Era un campo lleno de curiosidades donde había discusiones sobre el origen prerromano, latino, árabe o vascuence de los enclaves. En esas coordenadas era el salmantino Llorente Maldonado el campeón de las toponimias y atribuía el origen de este río Almar a los árabes, aunque otros creían que no era más que una derivación de olmo o de alamedas. Mucho más machadiano, sin duda.

"Desde el río hasta el mar". Lo oirá usted a diario en esta campaña que nos resbala como agua ya pasada. No crea que quienes lo pronuncian tienen un alto sentido humanitario pues los palestinos no son para ellos más que una absurda moneda de cambio. Es el hit, es el mantra, es el tópico de la temporada. Tertulianos, políticos y periodistas lo repetirán a diario sin saber si se refiere al Danubio o al Jordán. Cuando lo escuche, yo me acordaré de unos pueblitos entre Ávila y Salamanca. Y basta.