Hay dos cánticos jocosos en las fiestas pamplonesas de San Fermín, eventos con el toro como eje principal, que principian y culminan esa bacanal desbordada. Uno es el divertido "Ánimo pues", que se canta tras el chupinazo: "ánimo pues, que la victoria nos sonríe". No deja de ser una suerte de carpe diem, un popular canto goliárdico de celebración del momento, de la hora y del minuto. Ánimo pues, a gozarla. La canción de despedida, el celebérrimo "Pobre de mí" es quizá más taciturna, una especie de "que me quiten lo bailao" Ambas, sin embargo, definen el espíritu tradicional y transgresor de la fiesta, pese a que ahora tengan allí a un alcalde sombrío, y a los del pacma, a quien no vota nadie, tocando las narices. Porque tocar las astas del toro no se atreven.
Siempre dije que si fuera pamplonés, me iría de vacaciones a Menorca estos días de julio. Si sevillano, no me verían en la Feria. Y si hubiera nacido en Buñol (desconozco el gentilicio), no aportaría ni un solo tomate para la orgía roja. Mi liberalidad me obliga, por el contrario, a defender el derecho de otros a rebozarse y solazarse con la fiesta. Sea bienvenida la diversión bien programada, manténganse las tradiciones y disfrútese del verano en masa. La fiesta ha de ser un derecho incluso en Ávila.
Como vivimos tiempos de eso que llaman "apropiación cultural", mi humilde propuesta es que en estas fiestas venideras las peñas abulenses se apropien del "ánimo pues" pamplonica. Ánimo pues para el visitante que venga a Ávila pensando en variados y logrados festejos. Ánimo pues para el aficionado a la tauromaquia (Arévalo gana por goleada). Ánimo pues para los jóvenes abulenses que tendrán que desplazarse al Wizink Center o a ciudades cercanas para disfrutar de sus artistas favoritos. Ánimo pues para quienes disfrutan del bullicio de las calles: con suerte verán un par de perros quitándose las pulgas al sol. Ánimo pues a los que disfrutan con las bandas de música: la de Ávila agoniza. Ánimo pues para la hostelería: no habrá lleno gracias a las fiestas. Ánimo pues a los niños, cuya inocencia y bondad permite que con cualquier cosa se diviertan. Ánimo pues.
Ánimo pues a los concejales que han programado estas fiestas. Propongo que, como en Pamplona, luzcan levita negra y una chistera. Sería lo más digno, solemne y a la vez carnavalesco que se vea en la ciudad. Estamos faltos de gestos. Y que salgan por la calle cantando con buen tono el pobre de mí. Me apunto a verlo.