Enrique Fernández Dégano

El rincón del Tiétar

Enrique Fernández Dégano


Nuestro Santo y su Santa Cabeza

29/01/2025

No es muy frecuente que una localidad de 737 habitantes -de unos 200 vecinos en torno a mediados del siglo XVI, que es cuando nace nuestro protagonista- posea el privilegio y el orgullo de tener como patrón, un santo peculiar. Y con esta aseveración me refiero a que al santo del que les hablo, sus paisanos y devotos lo consideramos algo propio; dada la cercanía y el hecho de compartir la misma patria chica; de ahí, el apelativo de «nuestro santo».
Como muchos de ustedes conocen, fue hijo de esta villa, misionero franciscano, diplomático ilustre de España y protomártir de Cristo en Japón donde alcanzó la palma del martirio junto a veinticinco compañeros el cinco de febrero de 1597. Conmemorándose esta efeméride en el día mencionado.
La estatua que, para los barranqueños, mejor lo representa, iconográfica y sentimentalmente, es la que preside el testero de su capilla: la del «martirizado». Tallada en madera de angelín, representa al santo crucificado y lanceado, fiel reflejo de su martirio. Al parecer, fue encargada y realizada en Madrid a comienzos del siglo XVII, una vez conocida en la localidad la noticia del martirio por boca de fray Juan Pobre -testigo de éste- y hasta su culto público, fue colocada en una sala de su casa con lámpara siempre encendida.
Además, tampoco es nada corriente que un pequeño pueblo tenga el honor de custodiar en su capilla casa-natal, entre otras reliquias, la más señera: su cráneo, la Santa Cabeza, que se muestra en cristalina urna bajo templete neogótico de bronce, fabricado en la fábrica de armas de la imperial Toledo; siendo este templete un regalo de los vecinos en el tercer centenario del martirio (año 1897).
Los avatares de esta reliquia no fueron pocos. La Santa Cabeza fue traída a España junto a otras reliquias y pertenencias del santo (rótula, mano derecha, crucifijo y Niño Jesús de marfil) así como documentos para la beatificación de los mártires, desde Nagasaki (lugar del martirio), al parecer por los padres fray Marcelo Rivadeneira y fray Juan Pobre, entre otros. Algunas se custodiarían en Paracuellos de la Ribera (Zaragoza), pueblo natal del provincial de los franciscanos, el padre fray Pedro Campos a quien habían sido entregadas. El cráneo y otras reliquias recalaron en el convento de las monjas concepcionistas de Toro, cuya comunidad (hoy desaparecida) se trasladó posteriormente a Zamora. Será en las gradas de este convento y en presencia de monjas, autoridades eclesiásticas y representantes del pueblo -una comisión de ocho personas que había ido a recogerla- donde se hizo entrega de la reliquia a los paisanos del santo, tras laboriosas gestiones y habiendo aceptado éstos, las condiciones exigidas por las religiosas: que la comunidad y el señor obispo se quedaran con un pedacito de la reliquia y a cambio de la entrega las monjas recibieran perpetua mención y oraciones por parte de los barranqueños. Así, en el Vítor que se celebra en la noche del once de febrero, se lanzarán encendidos vítores a las monjitas de Zamora, en cumplimiento y como prueba de gratitud por la donación de la reliquia.
La Santa Cabeza llegaría al pueblo natal del santo el once de febrero de 1891, frío miércoles de ceniza como refleja la crónica. Fue recibida en olor de multitudes por sus paisanos en el sitio de las Lanchas y trasladada a la capilla. En 1991, con motivo del primer centenario de su llegada al pueblo se celebró un emotivo y masivo acto recordatorio de esta efeméride. El día de su fiesta por la tarde tiene lugar la veneración a la reliquia en la capilla. Es tradición llevarla también al domicilio de las personas mayores y enfermas que no puedan asistir, para que puedan venerarla.
Los próximos días, San Esteban del Valle celebrará sus fiestas patronales (5 y 11 de febrero) en honor a San Pedro Bautista y su Santa Cabeza. Al anochecer de los cuales, tendrá lugar el tradicional Vítor, declarado Fiesta de Interés Turístico Regional por la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León en 1991, que congrega a multitud de devotos y visitantes.
Las celebraciones religiosas comienzan con la novena al santo en su capilla-casa natal -levantada con donativos populares-, ubicada en el corazón del pueblo, amén de otros preparativos, consistentes en el adorno de calles con banderines y balconeras con la imagen del santo y la instalación de una carpa en la plaza para la realización de los bailes y otros actos festivos.