Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Libros que dan hambre

13/07/2024

Existe un tipo de libros del que se habla poco: los que dan hambre. No estoy hablando de los recetarios, ni de ensayos sobre alimentación, ni de Ávila para comérsela de La Sombra del Ciprés. Me refiero a los libros, sea cual sea su género, que hacen unas descripciones de lo que comen tan detalladas que te entran unas ganas locas de comer lo que te cuentan. 
Esta misma semana he sido víctima de una de estas lecturas, perteneciente a la tradición literaria de "guiri se compra casa tirada de precio en la Europa continental en los años ochenta, la reforma con sufrimiento, se integra con los lugareños, hace turismo y pasa una gran cantidad de tiempo comiendo, bebiendo y haciendo un agujero en el estómago de sus lectores". El más conocido es Bajo el sol de la Toscana, aunque es más famoso por la película, que poco tiene que ver con la historia real. Frances Mayes, ya emparejada, se limita a contar lo habitual en este tipo de libros, con tal atención a la comida que hasta incluye recetas, por no hablar de las descripciones del pan, la pizza, la pasta y el entorno donde lo disfrutan. En Un año en Provenza, recorren un montón de restaurantes baratísimos en los que disfrutan de quesos, vinos y foie mientras reforman pacientemente la casa pese a los obreros provenzales. Entre limones, la historia de la que he sido víctima, trata exactamente los mismos temas, pero con una ventaja fundamental: está ambientado en La Alpujarra y los platos que degustan son patatas a lo pobre, jamón serrano, productos de la huerta y huevos fritos. La descripción de su elaboración, con los ajos chisporroteando en el aceite mientras cortan las hortalizas es tan sensorial que prácticamente te sientes junto al fuego, preparando lo más esencial de nuestra gastronomía. Y menos mal que el libro es corto porque piqué: esa noche cené huevo con patatas y pimientos.
Otros libros donde se presta principal atención a la comida es en la literatura Feel good y sus variables. El género, de origen inglés comenzó hablando de la hora del té, pero Rosamunde Pilcher lo elevó de categoría con las descripciones más evocadoras de los desayunos con café recién hecho, huevos y tocino. En nuestro país, Mónica Gutiérrez domina como nadie el arte de estimular los sentidos del lector con el aroma de la bergamota y llena sus páginas con todo tipo de delicias que, si hiciéramos caso al apetito que despiertan, implicaría ganar un par de kilos con cada libro suyo. En Todos los veranos del mundo, el capítulo Té y bollos delicious describe la esencia de la escritora, llenando el estómago en una pequeña librería y hablando de libros. Yo me tomaría el té con ella. 
Y nada más, hasta aquí el artículo de esta semana. No voy a buscar una reflexión final ni un buen cierre, porque me ha entrado el hambre. Así que mejor lo dejo aquí y me pongo a pensar en otra cosa, porque no se puede ceder siempre a la tentación.