El 3 de julio de 1976, sábado, el Consejo del Reino, presidido por Torcuato Fernández Miranda, se reunía para presentar una terna de nombres al Rey Juan Carlos I, que designaría de entre ellos al Presidente del Gobierno. Los escogidos eran: Federico Silva Muñoz, con 15 votos; Gregorio López Bravo, con 14; y Adolfo Suárez González, con 12.
Diario de Ávila recogía el vértigo de los abulenses en una jornada histórica: «Avila vivió, en la tarde del sábado, unas horas, primero, de expectación y ansiedad, al conocerse las grandes posibilidades existentes de que don Adolfo Suárez figurara en la terna (…) y de satisfacción y alegría, después, al confirmarse la noticia de que (…) Su Majestad se había dignado elegir a nuestro ilustre paisano».
En cuanto se sabía la designación de Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno, la euforia se extendía no solo por Ávila, sino por lugares como su pueblo natal de Cebreros o el Hogar de Ávila en Madrid. Las autoridades locales actuaban en frenético ritmo: el gobernador civil, Luis Cuesta Gimeno, le enviaba el telegrama: «En este día histórico para Ávila recibe afecto adhesión y lealtad de Provincia entera que asiste jubilosa a tu nombramiento como Presidente del Gobierno». El alcalde de Ávila, Fernando López Muñoz, convocaba a la Corporación en Pleno extraordinario, acordando «hacer partícipe al señor don Adolfo Suárez González de la felicitación y adhesión de la Corporación Municipal de Ávila, a la vez que se ponía a su entera disposición, en esta nueva singladura de la nave de España, en la que él llevará el timón». El Presidente de la Diputación, Orencio Trullén Sánchez, le decía por telegrama: «En nombre de tu entrañable Provincia, Corporación Provincial y mío personal, te expresamos cordialísima enhorabuena (…) con la seguridad de acertadísima gestión para bien de España».
Rodeado por los periodistas al volver a casa, tras entrevistarse con el monarca en la Zarzuela, Suárez dijo haber conocido el nombramiento hora y media antes: «sólo puedo decirles que me encuentro serenamente preocupado y que sí habrá reformas». Cumpliría su palabra.