José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


Goya en Noruega

29/10/2023

Que yo sepa el único notorio español que se adentró en tierras nórdicas en el siglo XIX para pelear en las guerras napoleónicas fue el Marqués de la Romana, D. Pedro Caro y Sureda, en una de esas biografías apasionantes dignas de la época y que recoge el libro de un digno abulense heredero del mismo. Otros no se habían atrevido a llegar hasta aquí. Entre ellos Goya.
Sin embargo, he gozado del privilegio de poder inaugurar en estas tierras la exposición en el moderno y desafiante Museo Munch de Oslo, obra del español Juan Herreos, de una retrospectiva de dos pintores geniales de la historia que reza 'Goya y Munch: profecías modernas', y que pone inteligentemente de relieve la influencia y la conexión entre los dos artistas. En la misma han participado los Museos españoles del Prado, Lázaro Galdiano, Thyseen Bornemisza, y el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Les comparto algunas de las reflexiones que he podido compartir al hilo de todo lo que nos está ocurriendo y que se que pueden no dejar indiferentes, porque todo lo que necesita explicación no puede permanecer oculto. 
No puedo entender lo que nos rodea sin la estética que vemos en el mundo ahora, rodeado de masacres, cuerpos decapitados, catástrofes, jóvenes viudas y niños llorando, abandonados, imágenes de guerras donde no hay esperanza, todo necesita urgentemente del arte. El arte puede salvar al mundo, de hecho es la única y mejor manifestación que puede salvar al mundo en este momento. Un mundo que ha olvidado el vínculo intrínseco entre la realidad y nuestras vidas que sólo puede sanarse mediante el arte. La estética es inseparable de la ética. Un mundo sin ética se esforzaría por encontrar la estética, su representación, y sólo señalaría a lo sublime, al arte que crea impactos inquietantes y despierta las emociones internas y profundas. Entonces se rompe el diálogo entre generaciones, se pierde la continuidad del conocimiento en el que encontramos los pilares de la civilización. 
Pero de repente, Goya y Munch son redescubiertos, en una sucesión de perfectas «vidas paralelas» como dejó escrito Plutarco cuando les suceden a seres humanos similares nacidos en diferentes momentos de la historia. 
Ambos nacen en tiempos en los que el éxito, el gran impostor de artistas y figuras públicas, es difícil de alcanzar. Todo parece tan bien establecido, academias, exposiciones, premios nacionales, por el lado de Goya es el fin del Rococó y el Neoclasicismo, por el lado de Munch es el omnipresente Impresionismo, y así son constantemente descuidados por el «mundo oficial del arte», pero el artista sólo puede seguir caminando. Como decía Bernard Shaw: "la vida nos trata a todos por igual, sólo la muerte puede decir quién fue realmente grande». Pero, de nuevo, ambos no buscan un atajo, sino el largo y penoso camino. No hay genio sin depuración humana. Ambos se comportaron como seres humanos ingenuos pensando que el conocimiento de las técnicas de la pintura lo solucionaría todo. Y ambos, por sus antecedentes personales, no pueden disociar su pintura de la necesidad de dinero. ¿Cuándo rompen sus cadenas? Sólo cuando en lugar de pintar para el mundo, empiezan a cantar, a pintar y a vivir para ellos, para su alma interior, reflejo del alma eterna que sólo el artista puede reflejar, como una réplica perfecta del fuego de Prometeo, vetado al resto de los mortales. Y ambos anotaron sus itinerarios personales en primera persona, cuadernos italianos y diario de un alma. 
Luego el sufrimiento omnipresente en su vida y su pintura ya se relaciona con los olvidados, con los abandonados, con la gente común. Cualquiera podría ser la persona detrás de la cara del Grito, cualquiera podría ser la persona que está detrás de la cara del Fusilamiento del 3 de mayo. Ambos tuvieron el éxito que anhelaban y supieron tratar el anverso de la moneda del fracaso. Ambos crearon y dieron forma al futuro. Ambos no evitan el gris y el negro, y ahí está la serie de los Desastres de la guerra y los Caprichos. Una anécdota personal, una de estos gravados despierta mi vocación como diplomático para trabajar por la paz y evitar la guerra. Entonces, ¿qué es un profeta, alguien que ve el futuro tratando de transmitir su mensaje a los presentes? Podemos decir que tanto Munch como Goya todavía ven el futuro, y nos llaman insistentemente, en este mismo presente del año 2023 para cambiar nuestra visión sobre el mundo.