José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


Somos los besos que hemos dado

07/07/2024

Todos lo sabemos. Al final de la vida, nos examinarán del amor. Y esa es una de las razones para tomarnos en serio o tal vez no tanto. Cuando cualquiera de ustedes, piensen en su primer beso, verán lo que importa.

Como sobreviví a los 80 con toda las dosis de canciones y películas románticas, parecía que el primer beso era aquel de un adolescente podía robarle a las estrellas y que era el comienzo de un para siempre. A lo mejor ese es su primer beso y por eso en su vida es probablemente uno de los más bellos de todos los tatuajes.

Yo, sin embargo, me esforzaba en pensar cuál sería el primer beso que me dieron sin saberlo, sin requerirlo. Sin duda mi madre, porque en España las madres son así, van y te besan sin pedirte permiso. O mi abuela o abuelo. Como los padres esperaban fuera antes del parto, supongo que vendría en cola. También esos besos obligados a los hermanos y hermanas recién nacidos "ven, besa a tu hermano" cuando ibas a constatar la realidad de que ya no estabas sólo en casa.

Y todos esos besos de las visitas, tíos, tías, primas o primos, o en las presentaciones de adolescentes. Cada uno tenía un lugar y una persona concreto. Me acuerdo de casi todos. Y ya no decir nada de "ese primer beso" iniciático de lo que es el recorrido sentimental de abrirte al mundo y que hace eterna nuestra vida, que nos hace conectar con cada Romeo y Julieta que han vivido antes y después de nosotros, que te hacen sentir que en ese momento toda la civilización pasa y depende sólo de ti.  Aquí nadie ha besado antes y eran de los primeros en color y ya no en blanco y negro. Algunos cinéfilos exageran la obligada pedagogía que ejercen las películas en nuestras formas de besar, de amar, de pasear de la mano. Los besos de "Casablanca" o "De aquí a la eternidad" eran sellos, y todos eran pasión disfrazada de dramatismo. Otros besos se llenan de significado sobre todo al final, al final de la historia, o al final de que nosotros hayamos vivido las nuestras historias. Esos besos primeros se explican mucho mejor cuando vemos que relación guardamos con esas personas, si rompimos algún cristal para saltar por alguna ventana, o si el sabor indeleble se refleja en cada helado de verano o en cada sorbo a un Martini blanco. O incluso en la banda sonora que los acompaña, desde una verbena, una disco o festival, desde Modestia Aparte, Los Housemartins, o Farga, Isabel Aiún o Vicco, pasando por cualquier pasodoble o sonido de la naturaleza. Solo haber vivido, da dimensión a los besos que hemos dado.

Ahora me toca ver nuevos enamoramientos. En la vida real y en las nuevas películas, videos o fotos de bodas. Todos me anclan a la vida, me llenan de alegría, de esa alegría que procura compartir la vida. Por esa razón le tengo puesto un veto artificial a mi hija Gadea con la película y la banda sonora de "Cinema Paradiso". Hace falta un pequeño ratito vital para disfrutar de uno de los mejores finales de la historia del cine, que nos recuerda a todos y a cada uno, que de verdad somos los besos que hemos dado y que daremos.

ARCHIVADO EN: Ávila, España, Pedagogía