Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Europa, Orwell y Astérix

26/01/2025

Ya escribimos sobre ricos y poderosos y plutócratas, devenidos en políticos, que se afanan en consumar su obra: llevar a la sociedad hacia un mundo, rancio y antidemocrático. Es tiempo de relecturas, de volver la mirada sobre todo a la historia, fundamentalmente la europea, y como medicina para combatir el alarmismo y el catastrofismo de ciertos profetas. Cierta literatura de ficción es esclarecedora, profética y plagada de personajes, retrato de los especímenes que nos rodean.
Los consejos del filósofo y doctor Ángel Gabilondo, "darse a la lectura", abren una ventana al aire fresco. Los libros palían el desasosiego. Tal vez no encontremos la respuesta, pero luz dan, las páginas ofrecen claridad, consuelo y después es obligado compartirlas, sobre todo cuando descubrimos que son crónicas de acontecimientos anunciados.
"Rebelión en la Granja", distopía de G. Orwell, muestra paralelismos con los sucesos actuales. La obra relata una sociedad ficticia donde animales, racionales y no racionales, se enfrentan. Se publicó hace 80 años, 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial. Era una crítica al régimen soviético, aplicable a cualquier totalitarismo y a los falsos demócratas de hoy. Este autor, como otros, denunciaba los peligros de los partidos únicos y de ideologías fascistas, nazis, y comunistas que con sus representantes máximos, Mussolini, Hitler, Stalin, eran la peor peste, muerte, hambre y guerra sufrida por la humanidad, el Apocalipsis de san Juan. 
Napoleón, el cerdo orwelliano, protegido por los perros, contagió a todos un virus que sigue vivo y propagándose. Alguien informaba que una furgoneta, con la efigie de los ricos que ahora adoran al nuevo presidente americano, se paseaba el día de la toma de posesión con un cartel: los perros de Trump.
La historia e ideas de aquellos nefastos personajes no logran despertar a la sociedad, que opta por una postura laxa y acomodada en la desmemoria, y se recrea en la mentira interesada de los dirigentes, como en la granja de Orwell. En ello siguen afanados y, aún peor, alguno recupera parte de aquellos legados como el que Hitler legó a su hijastro Hazard: "no te confundas con el ruido del mundo, triunfaremos nuevamente" … En ello están. 
Tras la Primera Guerra Mundial se fundó la Sociedad de Naciones. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, 1945, se funda la Organización de Naciones Unidas. La primera fracasó y la segunda, la ONU, parecido. Tras cada intento por levantar la cabeza aparecen estos personajes amantes de los imperios y la destrucción con sus acólitos, pueblos nacionalistas, pagados de sí mismos, los elegidos como: rusos, norteamericanos e israelís, chinos y demás ralea. 
Europa era un guiñapo, la miraras por donde la miraras y de nuevo, las grandes potencias han puesto sus ojos en un continente fundador de la civilización: filosofía, ciencia y demás artes. Una sociedad que ha padecido el avatar de imperios propios y extraños; desde el persa y romano, hasta el otomano, pasando por árabes. Su geografía ha sido campo de juego, de experimentación, de prácticas ideológicas y sangrientos ensayos, tal que la guerra civil española o los conflictos mundiales. Europa siguió en continua transformación hasta que se compuso la Unión Europea, una potencia económica, no militar, cuyos ideales, ética y forma de vida eran y son muy atrayentes y atractivos, pero fio su seguridad a una de las potencias, de momento, guardiana de los equilibrios. 
Han pasado 80 años y la Unión Europea está totalmente rodeada por imperios no solo económicos sino también bélicos. El sufrimiento tras las guerras mundiales, un obvio amordazamiento impuesto, pues no se podía permitir veleidades de nuevo a ningún país europeo, forzó a delegar, o se impuso, la defensa a EE. UU. ¿Fue un desacierto? De resultas, hoy, la UE no tiene capacidad de defensa. Un solo individuo, precisamente el guardián, ha sido capaz de dar un giro total a la estabilidad mundial. Trump y EE. UU. son narcisistas, solo ellos y después nadie. Seamos realistas, en el futuro no hay más ayuda que la que Europa se dé a sí misma. 
Los europeos con su historia y mitos se elevaron sobre la tragedia; el humor también ayuda. La actitud estúpida del dirigente americano nos recuerda que casi todo está escrito. Goscinny y Uderzo, creadores de "Astérix y Obélix", en el episodio "La Cizaña", obra de arte que viene al pelo, sus personajes recuerdan a dos individuos que hoy refulgen con estupidez propia: Perfectus Detritus, (ahora Kekius Maximus), agente del imperio, quien se vale de Monosabius, legionario romano grandón y pelirrojo, para sembrar el caos en la aldea gala. ¿No parece Musk, el perfecto cizaña que se vale de Monosabius Pastinago Rubicundus, presidente de Estados Unidos y delincuente convicto, para malmeter en Europa tratando de dividirla con amenazas y malas artes?
Las potencias ven a la vieja Europa como la aldea gala a batir y manejar. A ello se aplican concienzudos sus enemigos, con estrategias idiotas, crueles, y patéticos discursos basados en la mentira y la violencia, lo que identifica a esos líderes patanes, incapaces de ocultar su estupidez, enemigos de la inteligencia y, sobre todo, de la democracia. Los animales de la granja orwelliana decían: "El hombre es el único enemigo real que tenemos"; "Todos los males de esta vida –añaden– nacen de la tiranía de los seres humanos", y los valoraban como demasiado débiles para tirar del arado. Ahora, muchas personas se han dejado poner el horcate incluso sin collera como el trabajador caballo de la novela, Boxeador, engañado y sumiso personaje.
Un cartel en la oficina de la Unión Europea reza: se buscan Astérix y Obélix para guiar a la aldea europea contra imperios, y sátrapas como Perfectus Detritus y Monosabius Pastinago Rubicundus, conocido en Granada como Zanahorio Pelirrojo. Absténganse los cerdos de dos patas a que se refiere Orwell.