Debemos remontarnos a la temporada 2001-2002 para contemplar a un Real Ávila campeón de liga, con su correspondiente ascenso, en aquel momento, a la Segunda División B del fútbol español, bajo las órdenes del entrenador abulense Luis Miguel Martín del Río. En la actualidad, 22 temporadas después, el equipo encarnado vuelve a liderar el campeonato con serias posibilidades de repetir gesta, en esta ocasión, dirigido por el vallisoletano Miguel de la Fuente.
En estos más de veinte años, nuestra provincia ha tenido, o sufrido, importantes y llamativos cambios, en lo político, social, económico… y, como saben, no siempre para bien.
Si ponemos el foco en el Ayuntamiento de Avila de aquella época, observamos como el alcalde era Agustín Díaz de Mera, mientras que la Diputación estaba presidida por Sebastián González Vázquez, ambos del Partido Popular. En la actualidad y para sorpresa de muchos, no por la persona sino por el partido político al que pertenece, el primer edil es Jesús Manuel Sánchez Cabrera, de Por Avila, mientras que la institución provincial continúa en manos populares con Carlos García González como máximo mandatario. Quién se iba a imaginar entonces que la fuerza hegemónica en la capital durante años, iba a terminar así, escindida, humillada y derrotada por la escisión.
Un paseo por las calles de un gran número de municipios de aquel año 2002 nos haría contemplar, con orgullo, decenas de oficinas de nuestro buque insignia, Caja de Avila. Hoy, las que aún mantienen abiertas sus puertas ya no lucen, de forma imponente, el mítico logo de la muralla, sino el rótulo corporativo de Caixabank. Esto no lo comento por añoranza, que también, sino por la pérdida de una institución que manejaba el dinero de gran parte de los abulenses y permitía sufragar una importante e irrecuperable obra social.
Del mismo modo, para los que sentimos auténtica pasión por nuestra tierra, dejar de poder realizar las gestiones en nuestra Caja de Ahorros cuando teníamos que estar en Madrid, Valladolid, Salamanca… significó una pérdida de identidad de la que, precisamente, no estamos demasiado sobrados. Por cierto, que yo sepa, nadie ha rendido cuentas por aquella nefasta y lamentable gestión que despilfarró y llenó el bolsillo, entre otros, de ciertos directivos, como mínimo, de cuestionables escrúpulos.
Respecto al tejido empresarial, en el año 2002 funcionaba la multinacional de cableado para automóviles Lear, que llegó a dar empleo a unos 1500 trabajadores, siendo un motor esencial para la economía, no solo de Avila, sino también de provincias limítrofes como Segovia. Para desesperación de todos, esta industria cerró y el Plan de Fomento Industrial, que ahora concluye, no ha conseguido, ni conseguirá, atraer nada similar.
Esperemos que el Real Avila suba de nuevo de categoría y traiga un pan, en forma de progreso, debajo del brazo, que buena falta nos hace.