Una temporada más, comienzo mi colaboración con la cabecera de referencia en la provincia de Ávila. Si algo sucede en nuestra tierra, en este periódico se informa desde hace más de 125 años con rigor y profesionalidad, a través de un comprometido grupo de periodistas dirigidos en la actualidad por el siempre cercano y amable Pablo Serrano.
En lo que se refiere a nuestra ciudad, contemplamos como avanza el complicado mandato municipal con incómodos pactos y una parte de la oposición obsesionada con hacer caer al alcalde, cueste lo que cueste, más allá de las urnas. Y, lo que es peor, siendo plenamente conscientes de que quienes pagan las consecuencias no son los liberados, ni sus eventuales, sino los sufridos vecinos que por no tener, no tenemos ni unas fiestas dignas de una capital de provincia, conformándonos con competir con pequeños municipios para ver quien trae la mejor orquesta.
Si nos asomamos en el espejo de la Junta y sus intenciones presupuestarias para 2025 en Ávila, tendremos el mismo reflejo de siempre. El de un patito feo que sigue a la cola de las inversiones reales, con unos representantes autonómicos por la circunscripción abulense desempeñando magníficamente su papel, sin salirse ni un milímetro del guion y encantados de poder vendernos una subida porcentual que no soluciona nada y que está muy lejos de fomentar un desarrollo equilibrado de Castilla y León. Como argumentaba el mítico Pablo Herráez, y en línea a lo que se pensaba en la vecina Segovia en el periodo de construcción del Estado de las autonomías, igual estábamos mejor solos, o integrados como la segunda provincia de la Comunidad de Madrid. Aunque posiblemente otros dirán que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Sinceramente, hoy por hoy, no sé qué pensar.
He mencionado a la capital del acueducto y, de nuevo, he sentido envidia sana. Del mismo modo que se llevaron la alta velocidad, viviendo un servidor en aquella época en el centro de esa maravillosa ciudad, sin tener presencia, como teníamos nosotros, en el Consejo de Ministros, ahora nos han vuelto a dar con dos palmos de narices con una millonaria inversión de una empresa que dará empleo a más de 200 personas en el marco de su nuevo Plan De Fomento industrial que, para más inri, ni siquiera ha arrancado oficialmente. Aquí seguiremos esperando meter un gol en la ansiada prórroga, pero está difícil, ya que, por desgracia, no somos el Real Madrid, ni jugamos en el Santiago Bernabéu.
Si me diese por cometer, Dios no lo quiera, el nefasto error de enredarme a hablar de otras prometidas, esperadas o deseadas infraestructuras, como la conexión con la A-6 o la autovía A-40, correría el riesgo de entrar en una profunda depresión, o como mínimo, en un estado de aburrimiento, aunque hablarles de aburrimiento, en este sentido, sería subestimar mi grado de tedio. En fin, que como diría el gran Julio Iglesias, en este lado de la vieja Castilla "La vida sigue igual".