En la tarde del 5 de julio de 1976, casi simultáneamente al momento en que el abulense Adolfo Suárez estaba jurando su cargo como presidente del Gobierno de España ante el rey Juan Carlos I en el madrileño Palacio de la Zarzuela, la Santa andariega recorría el camino contrario, de Madrid a Ávila.
Los frailes del convento de PP. Carmelitas de Santa Teresa de Jesús de la capital abulense recibían la talla de nuestra Patrona, obra del magistral imaginero Gregorio Fernández, tras haberse completado su restauración en Madrid, al haber sido seriamente dañada meses atrás por la acción de una devota que intentó abrazarla y así la valiosa talla acabó cayendo al suelo y sufriendo daños.
La escultura había sido encargada al artista de Sarriá (Lugo) por los frailes descalzos hacia 1632, como parte del conjunto Santa Teresa arrodillada ante Cristo atado a la columna, aunque las dos esculturas del grupo original se encuentran actualmente en capillas separadas del templo. Representan un episodio narrado por Teresa de Jesús en el Libro de la Vida, su conversión en la Cuaresma de 1554 ante una imagen de Cristo llagado que encontró en la portería de la Encarnación.
La obra fue concebida por Fernández en plena madurez creadora, en las postrimerías de su vida; y si el Cristo es exclusivamente de su mano, se cree que para la figura de la Santa hubo colaboración de su taller.
Hicieron la entrega, en presencia del alcalde de la ciudad, Fernando López Muñoz, del juez de Primera Instancia e Instrucción, Argimiro Domínguez Arteaga, y del teniente de alcalde de Cultura, Lucinio Bermejo Núñez, representantes del Instituto Central de Conservación y Restauración de Obras de Arte, dependiente de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural del Ministerio de Educación y Ciencia. La imagen de la Santa quedaba completamente restaurada sin que en ella se notase el desperfecto causado en aquella ocasión, que produjo el lógico malestar entre la Comunidad de Padres Carmelitas Descalzos y abulenses en general, quienes desde ese día ya podían volver a la Casa Natal de Santa Teresa para venerarla.