Desconozco en qué momento se decidió darle a nuestro bello país hermano una de las plazas principales de la ciudad. Teniendo en cuenta que los dos únicos países que tienen denominación en el centro son Italia y Alemania puede usted imaginarse lo peor. En cualquier caso, es bonito tener una plaza dedicada a Italia aunque por su configuración y por su estética sea de todo menos italiana (salvo por los baches, las obras y los socavones que hacen de ella un espacio muy romano y napolitano). En la plaza de Italia se sitúa la Fundación Ávila donde imparto con éxito unos cursos sobre arte, literatura y ciudades italianas. Concluimos ahora la segunda edición del curso La Strada y ya estamos preparando nuevos temas para el año académico y siguiente. Profundizamos en textos de magníficos autores, analizamos piezas artísticas y nos sumergimos semanalmente en el éxtasis de la gran belleza de ciudades conocidas y otras que no lo son tanto. Y la semana pasada concluimos allí en la misma Fundación el curso monográfico Dantesco, con el que hemos estudiado los rigores, desventuras y poéticas del clásico de la literatura toscana. Dante en Ávila: del infierno al paraíso. Todo ello en un palacio renacentista, como el de los Serrano, sobrio en lo externo pero galante en su interior, como preciso contenedor de unas actividades cuyo único propósito es el amor a la cultura y la literatura del país vecino.
A pocos metros de allí, y tras muchos años en Ávila, desembarcó un italiano de la Liguria y abrió lo que durante un tiempo fue el refugio italiano de la ciudad. Se llamaba La Barcaccia y su propietario era Efisio Bradi. Fue muy bonito mientras duró y pasamos ahí gratos momentos. Su primer local era pequeño, situado cerca del mercado, y se nos antojaba como una coqueta trattoria. Pegó después el salto a la plaza de Nalvillos, esa que precisamente todo el mundo confunde con la aledaña plaza de Italia. Y en su establecimiento, además de francachelas espontáneas, o nostalgias sobrevenidas, celebramos, por ejemplo, algunas de las cenas de los cursos de literatura italiana y realizamos la presentación del libro italiano del genial Luis Antonio de Villena, La dolce Vita. El local de Efisio fue un refugio de italianófilos. El pasado 25 de abril se celebraba el Día nacional, Aniversario della liberazione d´Italia. Y ese mismo día Efisio Bradi falleció, joven aún y de manera repentina. La barcaccia de Efisio, como la romana de Bernini, ya no se mueve. Y lo echaremos de menos.