Ayer mismo estuve contemplando cómo los lilares de varios jardines florecían como si estuviéramos en plena primavera. Eso sí, con lilas mucho más pequeñas de lo normal, pero flores al fin y al cabo.
Algo similar he podido ver en algunos castaños de indias también en la capital abulense: se han puesto a echar flores en plena época de la caída de la hoja. E incluso yo diría que algunas aves han comenzado a construir sus nidos como si hubiera llegado de nuevo la época de cría e incubación.
Y es que el cambio climático tan rápido que estamos sufriendo está descuadrando por completo a la naturaleza acostumbrada a su ciclo vital de milenios y que en poco más de una década el ser humano ha trastocado por completo.
Está claro que cada vez veremos nuestro querido Gredos o La Serrota con menos nieve, y si en invierno cae algo, se derretirá mucho antes, porque eso de tener glaciares de montaña está tocando a su fin.
En los Pirineos Los Hielos "perpetuos" están desapareciendo. Y a nivel mundial hasta en la cordillera del Himalaya sus nieves antes permanentes se calientan y deshacen a un ritmo desenfrenado. Hace sólo unos días leía una noticia de cómo el desbordamiento de un lago glaciar, el Lhonak ha provocado inundaciones, muertes y destrucción. Incluso ahí arriba, en las cimas del mundo, sus hielos de licúan un 65% más rápido que en la década anterior, porque según los climatólogos las regiones de alta montaña se calientan a un ritmo diez veces superior que las más bajas.
Todo este giro climático infernal hace que cada vez tengamos menos agua y cuando cae lo haga de forma torrencial, con la tierra seca y compacta incapaz de absorber la lluvia y produciendo casi más mal que beneficio. Los incendios que destrozan las zonas arboladas también colaboran de forma importante en la erosión. Y encima una gran parte de ellos son intencionados y pocas veces se sanciona como se debe a los infractores. De todos los modos hay en lugares que parecen tener odio a los árboles, a pesar de que son los que "atraen" a la lluvia y regulan el clima a nivel local, creando zonas microclimáticas ideales para animales y humanos. En un simple jardín arbolado puede haber en verano cinco grados menos de temperatura que en pleno asfalto o una zona sin ellos. Pero lo dicho, en algunos lugares parece que molestan. Ávila incluida. Si las raíces de algunos grandes ejemplares han movido un poco las aceras, pues se cortan los árboles, se planta un arbusto que no moleste mucho en su lugar y se acabó. Así nos va.
Por desgracia esto está ocurriendo desde hace tiempo y sigue sin apostarse por la creación de grandes zonas arboladas alrededor de nuestra ciudad. Incluso se pierden oportunidades de plantar algunos ejemplares más, como en la remodelación de El Pradillo, donde se han pasado tres pueblos con los aparcamientos creados para los coches que ahora irrumpen donde antes era zona verde, en lugar de poner algunos buenos ejemplares vegetales que den sombra y oxigenen el ambiente.
A pesar de todos estos males, y no es por ser pesimista, todo puede ir a peor. No lo digo yo sino los científicos que llevan años advirtiendo que si no se actúa a nivel global, España será precisamente uno de los países más afectados o al menos lo hará con mucha más rapidez que la media mundial.
Las consecuencias ya las sabemos todos, hasta los negacionistas climáticos que no se creen ni ellos sus propios argumentos: mucha menos lluvia pero más torrencial, incendios cada vez más virulentos e incluso incontrolables, desaparición de especies vegetales y los animales asociados a ellas por el estrés hídrico, avance de especies invasoras exóticas provenientes de climas más cálidos, con el consiguiente peligro tanto para las especies autóctonas como para nuestra propia salud; mucha mayor contaminación de los caudales freáticos al bajar drásticamente su nivel por la sequía y no parar de echar contaminantes químicos y verter residuos nitrogenados tanto en numerosas explotaciones agrícolas como en algunas macrogranjas ganaderas…
En resumen: el clima se ha vuelto loco, o más aún, el propio ser humano le ha sumido en su locura, aunque visto el panorama bélico a nivel mundial es la propia demencia humana y la de algunos gobernantes la que pronostica un futuro poco halagüeño.
Y mientras tanto, ignorando todo lo anterior, muchos pensarán: ¡Vamos a la playa que hace un calorcito que da gusto! :-(