Hace sólo una semana que desde SEO/BirdLife celebraban el Día Mundial del Gorrión. Una especie que aparentemente es abundante, y que podemos ver acompañándonos incluso por las calles de nuestra ciudad amurallada.
Sin ninguna duda esta especie está desde tiempo inmemorial íntimamente unida al ser humano, en las ciudades, aunque a veces pasa desapercibido por su pequeño tamaño comparándolo con las cigüeñas, igualmente habitantes comunes de los núcleos urbanos, donde torres y espadañas sirven de sustento a sus nidos y ofrecen un verdadero espectáculo para habitantes y turistas.
Pero según estudios de la propia Sociedad Española de Ornitología, el que parezca que hay muchos gorriones no es más que un espejismo. La población de esta pequeña ave ha descendido casi un 20% en poco menos de 20 años, algo que es algo realmente preocupante y más aún porque no se ha podido determinar con total seguridad las causas de este permanente declive.
Un reciente estudio en el que se menciona al pequeño gorrión como especie bioindicadora urbana, menciona cómo en espacios altamente urbanizados no sólo la contaminación ejerce un efecto negativo sobre ellos, sino que en otras ciudades menos agresivas ambientalmente hablando, también su dieta asociada a los alimentos de comidas ultraprocesadas que aprovechan de los humanos parece tener un efecto pernicioso sobre su estado de salud; algo similar ocurre con gorriones alimentados con piensos de mascotas en la investigación, mostrando un alto estrés oxidativo y un metabolismo degradativo en núcleos urbanos donde la contaminación no es un problema destacable.
Otro efecto negativo sobre este paseriforme es la ausencia de jardines o la siega constante de las praderas de césped donde esta especie encuentra una enorme fuente de alimento saludable y proteico ya que tanto las semillas de gramíneas como muchos insectos son aprovechados tanto por el gorrión común como por otras especies de aves en las ciudades. Por eso se apuesta también por dejar algunas franjas de vegetación "asilvestradas".
Resulta curioso cómo una vez más la naturaleza y algunos habitantes de ella como nuestro protagonista conviven en un mismo entorno y sufren también las consecuencias tanto de una mala alimentación como de un exceso de contaminantes; igualmente se especula que el aumento de ruidos ambientales afecta negativamente al gorrión, al igual que al ser humano.
Es un pájaro fácil de observar y de estudiar su comportamiento. Un buen candidato para que los educadores y padres enseñen a los alumnos e hijos su curiosa forma de vida y existencia…
Salvando las grandes distancias evolutivas y de especie, a veces se parece mucho al hombre: forma grupos gregarios de bastantes ejemplares. Es fácil contemplarlos picoteando los restos de comida antes mencionados; pero a veces se enzarzan en peleas entre ellos por uno de esos pedazos de alimento, o en primavera luchando varios machos por una hembra.
Parecen tener personalidad propia, sus manchas en las alas y en el dorso son únicas, como una especie de huella dactilar nuestra. Algunos son más apacibles y menos guerreros que otros; unos pocos son más confiados y se acercan al hombre en busca de alimento; otros (tal vez los más sabios y experimentados) saben que no es buena idea arrimarse mucho al "bicho grande de dos patas".
También los gurriatos a pesar de su agresividad puntual, son capaces de mostrar una ternura destacable como personalmente he podido comprobar, adoptando a algún inmaduro que ha quedado huérfano, enseñándolo a volar, o incluso los más atrevidos haciendo ataques a un humano que se acerque a un polluelo caído al suelo en su primer e infructuoso vuelo.
Por eso, si ya entrada la primavera nos encontramos algún pollo volandero en el suelo de algún parque o jardín, mejor dejarlo allí, porque sus padres o adoptantes estarán vigilándolo desde cerca, esperando que nos alejemos para darlo de comer. Eso sí, si no hay ningún gato cerca, porque eso es otro problema añadido difícil de solucionar. :-()