Al final siempre acabo viendo la gala de Los Goya. Algún año la he quitado, pero tiene algo que hace que la siga viendo o intentándolo. Con más ilusión, además, cuando hay caras con las que tengo o he tenido trato, algo que en los últimos tiempos ha pasado a ser habitual, como el cineasta David Galán o la periodista Marta Ingelmo, entre otros. Esto supone siempre una gran alegría porque están en el lugar al que pertenecen. Y más cuando se celebran en tu tierra, aunque haya representantes institucionales que se empeñen en desacreditar eventos que dejan un buen reporte económico y pueden atraer turismo, por decir algo que se pueda entender, porque lo de los beneficios culturales no se lleva mucho.
Pero hablar de cine es hablar de cultura. Y el cine tiene una ventaja que no tienen otros sectores de la cultura: una noche de sábado al año en prime time en televisión. Es una ventaja por la visibilidad que da al sector, porque nos pone al día de lo que hacen y porque son casi cuatro horas de cultura. Pero también tiene sus desventajas, porque da la sensación de que la cultura en este país es solo el cine y que la gente de su industria son los únicos altavoces disponibles para ello. Esto es algo que puede volverse en su contra, ya que aleja el foco de atención de lo realmente importante, el arte que llevan a cabo. Si se retransmitieran más eventos culturales en prime time, como el Premio Cervantes, el Planeta, las entregas de premios musicales o los premios nacionales en las distintas artes quizá tendríamos más visión del sector cultural en nuestro país.
Volviendo al tema del séptimo arte, una de las mejores cosas de nuestro cine es su variedad. Hay cine español para todos los públicos, desde las comedias que siguen un patrón establecido qué funciona, pasando por la animación, la diversidad y las grandes producciones. Todo el mundo tiene cabida en él, como Sigourney Weaver nos recordó el pasado sábado. Por no hablar del alto nivel no solo en lo creativo, también en lo técnico con premios y nominaciones a nivel internacional. Tenemos un cine de calidad que funciona y en el que podemos caber todos si queremos.
La gala del pasado sábado me pareció de las mejores. Aunque fue larga, salvo un par de premiados, en general hasta los discursos de agradecimiento fueron moderados. Me encantó el homenaje a los que no han ganado el Goya, a aquellos que tienen que poner su cara de buen perdedor y no mostrar la decepción. Disimular es todo un arte. Sin embargo, hay dos cosas que no se pueden disimular. La incultura y la mala educación. Curiosamente esta última es una película de Almodóvar, aunque él sabe contestar con la mayor educación y respeto a los comentarios más maleducados, que suelen venir de la incultura. Igual si hubiera más programación cultural en todas las cadenas, y no solo en La 2, podríamos combatir ambas a la vez. Y la industria del cine ya no hablaría por todo el sector de la cultura de nuestro país.