Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Isabel y la Virgen de las Angustias: de Arévalo a Granada

03/02/2025

En el escrito anterior comentábamos la educación esmerada que la infanta Isabel recibió en Arévalo, en las Casas Reales de los Trastámara, con preceptores, ya que Isabel y Alfonso recibieron educación "como hijos de Reyes". En línea sucesoria a Isabel no la correspondía reinar, sus posibilidades en el orden de sucesión eran secundarias pero, como era habitual entonces, sería educada para ser esposa de rey o de algún personaje de la alta nobleza.
En el palacio arevalense llevaban una vida austera y sobria, porque era la firma de vida de esa casa. Isabel madre tenía asignada una pensión vitalicia y los infantes también tenían su propia dotación económica, suficiente para una vida sosegada y de acuerdo al rango que les correspondía, pero el rey Enrique IV a veces no cumplía sus obligaciones para con sus hermanastros y la reina viuda. Dicen algunos autores que llegaron a pasar estrecheces que los cuidadores de las Casas Reales tenían que paliar, esas personas de confianza que eran como su propia familia.  
En el aspecto devocional y de religiosidad, debemos detenernos en las gentes de dentro, las familias y los cuidadores de ellos y de las Casas Reales. Esas familias de la máxima confianza que hemos comentado en el artículo anterior, personas de gran religiosidad que transmitieron a los infantes esas devociones, como la que entonces ya existía en la villa de Arévalo y su comarca, desde la Edad Media, una Virgen Dolorosa que estaba en una capilla del convento de la Santísima Trinidad, la Virgen de las Angustias, de la que fue muy devota. 
Algunos historiadores han puesto en relación los dolores de la Virgen con los de la vida de Isabel, por la pérdida sucesiva de sus seres más queridos, sus padres, hermano, la abuela, sus hijos que, como dice el Cura de los Palacios, fueron para ella "los cuchillos de dolor que traspasaron su ánimo y su corazón", como a Nuestra Señora.
Además de los mencionados, tenemos otro miembro de la casa real que fue fundamental en esa educación de los infantes. Se trata de Isabel de Barcelos, la abuela, que llegó a Castilla para asistir y acompañar a la reina Isabel en sus partos y volvió a Arévalo cuando se produjo la muerte de Juan II, dada la debilidad de salud y de los episodios emocionales y mentales de la reina viuda, y aquí se quedó a cuidar a su hija y a sus nietos, "…y como murió el rey don Juan, la reyna doña Isabel, su mujer, sintió gran dolor en la muerte del rey, su marido, que cayó en enfermedad grande, en la qual nunca pudo convalecer…", recoge Azcona.
Algunos autores no dicen mucho sobre la labor de la abuela pero, sin embargo, otros cada vez mencionan más con su gran influencia. Dicen que la abuela era una mujer de acusada personalidad, muy piadosa y una poderosa influencia educativa y de formación en aquellos primeros años. La infanta Isabel luego completaría su formación, especialmente la cortesana en Segovia, pero aquí, en las Casas Reales de Arévalo adquirió las bases y los fuertes cimientos de su educación cristiana, fuerte y austera. 
También entre las damas de la corte tuvo cerca a Beatriz de Silva, también portuguesa, dama de la reina que vino a Castilla en 1447, acompañando a Isabel de Portugal cuando vino a casarse con Juan II. Salió de la corte para fundar la congregación de la Inmaculada Concepción de María, "Concepcionistas", una fundación en la que Isabel estuvo tan cercana. Fue canonizada por el Papa Pablo VI en 1976. 
Y su gran amiga de Arévalo, Beatriz de Bobadilla, hija del alcaide de la fortaleza arevalense que, aunque era unos años mayor que ella, fue compañera de juegos, vivencias infantiles y se mantuvo en la corte muy cercana a ella toda la vida. 
Merecen una mención especial los franciscanos de la observancia de Arévalo, ese gran convento extramuros que fue lugar de su religiosidad, como luego sería el panteón de su hermano el príncipe Alfonso, su abuela Isabel de la casa de Barcelos, y su madre, Isabel de Portugal, de la casa de Avis. Su madre y su hermano Alfonso, al finalizar el panteón real, fueron trasladados en tiempos de Carlos I a la Cartuja de Miraflores de Burgos y allí están sus restos en preciosos mausoleos.
Isabel recibió gran influencia religiosa de los freiles de San Francisco, destacando en ello Fray Lorenzo con el que mantuvo contacto epistolar toda su vida, que inculcó en ella los valores que formaron el carácter cristiano, sobrio, recto y austero, de los que Isabel hizo gala toda su vida. Sin esos valores cristianos no se entendería su vida, su obra como reina y su labor evangelizadora. 
De hecho, de su franciscanismo da fe el que ella pidió ser enterrada con hábito franciscano como así fue, en el monasterio de San Francisco de la Alhambra. Poco después sus restos y los de Fernando fueron trasladados a la Capilla Real de Granada por orden de su nieto Carlos I. 
El ambiente tan cristiano que respiró en su infancia despertó en nuestra infanta una gran devoción a nuestra Virgen de las Angustias, sin duda compartida por esas personas que la rodeaban en las Casas Reales. Seguro que saldría de palacio con su madre, con su abuela, o son sus cuidadores, o con su amiga Beatriz para visitar y rezar a aquella Virgen llena de dolores y cuchillos que la gente visitaba y rezaba en un antiguo convento, la Santísima Trinidad, donde entonces estaba. 
Isabel permaneció en Arévalo hasta que su hermanastro el rey Enrique IV la llevó a la corte de Segovia, para tenerla controlada, como ella mismo dijo, apartándola de su madre "…de cuyos brazos inhumana y forzosamente fuimos arrancados el señor rey don Alfonso mi hermano y yo, que a la sazón éramos niños…".   
Estando en Segovia murió su abuela fue una nueva contrariedad, en agosto de 1465, y fue enterrada en el Real Convento de San Francisco de la Observancia de Arévalo, "falleció estando en la villa de Arevalo, y fue enterrada honoblemente en el Monasterio de la Observancia extramuros de la villa de Arevalo, la muerte de la cual fue muy dañosa, assi por ser muy noble mujer e de gran consejo, como porque su vida facia grande ayuda e consolación de la viuda reina, su hija".  
Y de forma natural, como ya lo había hecho en varias ciudades andaluzas, tras la entrega de Granada, allí la entronizó y pronto también fue su Patrona venerada con gran celo por las gentes de Granada, en su basílica de Granada. Pero antes de venerar esta imagen de bulto que ahora es, parece según dice la tradición muy afirmada, que Isabel dejó una tabla pintada en la que los mismos Reyes Católicos están como donantes. Esta tabla me resultó difícil de localizar y finalmente se depositó en la iglesia de San Juan de los Reyes cuando finalizó su restauración.
Isabel volvería a "la mi villa de Arévalo" con cierta frecuencia, su madre aquí vivía, musió poco antes… ella siempre volvía a su casa.
Como curiosidad, en Las Edades del Hombre de Arévalo, "Credo" del año 2013, esta tabla pintada con la Piedad o de Las Angustias de Granada, conocida también como la "Piedad de los Santos Juanes y los Reyes Católicos", se expuso en nuestra exposición, un hito y una especie de guiño a ese origen arevalense de la gran devoción de Isabel a nuestra Virgen de las Angustias.
Arévalo sigue honrando con veneración a su Virgen de las Angustias y este año 2025, el día 5 de febrero, uno de los días de la novena, le será impuesta la medalla de plata de Isabel, por el Arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello.