David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Escribir, matar

26/03/2025

Leí hace unos años dos libros de Luisge Martín: La vida equivocada y El amor del revés. Del primero publiqué incluso una elogiosa reseña que fue justamente agradecida por el autor. El segundo libro lo vi algo más predecible pero nunca un escritor puede tener el mismo brío, la misma consistencia en cada una de sus entregas. Supe después que este autor madrileño pasó unos años en tareas algo serviles cercanas al poder y la política, que es el peor camino que puede tomar un artista que va haciéndose una carrera hasta entonces muy decente. Ay, el poder, ay, la política. Supongo que no fue gratis aunque a buen seguro perdió algunos lectores y quizá misteriosamente ganara otros.
De Luisge Martín se está hablando mucho estos días y no precisamente por razones literarias. Si hay un terreno hostil a la literatura además de la política es, desde luego, un juzgado. Que se lo pregunten a Oscar Wilde. Un libro puede estar excelentemente escrito y presentar con verdad desnuda a personajes deleznables. O estar tan mal planteado que hasta el más fiero de los asesinos allí descritos sea menos temible que una oveja en un campo a pleno sol. Un libro es una construcción con unas claves internas y que debería leerse por sí mismo sin injerencias o prejuicios. No ocurrirá esto con el nuevo libro de Luisge Martín, El odio, y cuyo lanzamiento ha estado pendiente de un hilo o, mejor dicho, de la decisión de un juzgado. Yo confieso por las razones esgrimidas en el anterior párrafo que no voy a leerlo pero también porque mi torre de lecturas pendientes está tan saturada como el Adaja y me interesa poco esta confesión de un true killer, de un asesino desalmado y confeso.
Pero no puede haber censura ni prohibición sobre ninguna obra artística. Y ha habido voces que la han reclamado para este producto editorial llamado El odio. De admitir ese paso, deberíamos prohibir las decenas de documentales y series que pueblan las plataformas sobre personajes siniestros. Les recomiendo una magnifica, por ejemplo: El quinto mandamiento (Filmin). La serie se estrenó en 2023 y se basa en unos asesinatos acaecidos apenas ocho años antes. El problema es este: el escaso tiempo transcurrido entre una sentencia y el resultante producto artístico. Quizá es necesario apelar a la madurez del público y a su libertad de no lectura, de no compra. Cada uno decide. Tal vez lo ideal sea publicar esa novela y que voluntariamente casi nadie la lea. Allá cada uno. Sin prohibiciones ni censuras.