Tenía uno la equivocada intuición de que crear un partido político era una sucesión larguísima de procedimientos burocráticos, disquisiciones programáticas y selecciones de altísimo nivel, cuando esta cosa de Sumar, que recuerda a unos servicios de emergencia madrileños, nos ha demostrado que un partido lo creas entre el rato de la merienda y el de la cena. No sorprende entonces que los partidos sean entes que como vienen se van, como le ha ocurrido a Ciudadanos, pues igual que se abre una puerta para la creación, se cierra de tal portazo que las paredes caen dejando al descubierto una habitación que parecía llena y que estaba vacía.
Los dos días que hemos pasado contemplando el esperpento creativo de Sumar han sido de una hilaridad impagable. Es un partido gallifante, aquella mascota que no era una cosa ni la otra y que servía como premio en un recordado programa televisivo. Para crear un partido hay que tener unas puertas muy anchas y la moral muy corta. Y como lo que sumar es lo que hace falta, aquí se suma a todo perro. Esto de unirse y desunirse, hacerse y deshacerse para empujar con otras siglas, es algo connatural en los partidos de la izquierda de occidente, táctica copiada por igual en la última década por otros partidos a la derecha. Si no fuera porque, de tener éxito, toda esta gente se lleva un buen pellizco en los presupuestos, y encima te dan la turra en cada telediario, todo esto sería tan anecdótico como crear la última vanguardia artística en la terraza de un café a las cinco de la tarde. Ahora, siendo justos, hay que reconocer que estos nuevos partidos tienen necesariamente anchas mangas y el que no se integra es porque es muy torpe o porque no quiere:
– Buenas, somos defensores del bable como lengua universal.
– Adelante, el bable suma.
– Nosotros somos defensores de la espardeña valenciana como zapato inclusivo en contra del patriarcado.
– Adelante con las espardeñas.
– Aragoneses en lucha, por un Quijote traducido al aragonés.
– Que entren esos aragoneses aguerridos.
– Nosotros y nosotras somos comunistos y comunistas por la abolición de la clase.
– ¿Y qué aportan estos comunistas?
– Tres pisos en el barrio de Salamanca, dos en Chamberí y un dúplex en Pozuelo.
– Que viva la clase obrera, y adelante.
– Somos del Frente Popular de Judea…
– Por supuesto…
– Asociación contra la gordofobia y por el poliamor.
– Gente amorosa, que suma con abrazos,
– Aquí viene la Ministra.
– Cierra la muralla.
– Pero es que es una Ministra.
– Que cierren la muralla, te digo.
– Pero es que es la líder de un partido.
– Ni partido ni partida.
– Ha hecho leyes muy guays y superbuenas…
– Cerrada la muralla.
Y como digo, en una tarde se hizo un partido. Después se sacaron unas pastas sin gluten, unas jarras de Kombucha de origen orgánico y se cantaron unos bonitos cánticos de amistad y de resituación. Sumar está creado. Las que se daban abrazos en manifestaciones son, sin embargo, nuevas enemigas. Como para fiarse de esta gente. Menudos gallifantes.