David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Ávila tranquila

12/06/2024

Escuché a unos visitantes decir, abusando una vez más del tópico, que Ávila era una ciudad muy tranquila, que parecía aletargada en su espíritu medieval. Que se nota aquí el poder de la mística. Es sorprendente qué fortuna ha hecho el supuesto medievalismo de las ciudades castellanas, pues la tranquilidad responde más bien al sopor de la siesta decimonónica, Ávila como una ignorada Vetusta. No tuve la ocasión de discutir con estos foráneos acerca de la agradable tranquilidad de la ciudad un domingo a mediodía. Tal vez hubiera sido mejor que la visitaran un día de diario, con decenas de calles cortadas y las mazas y taladradoras funcionando a destajo. Y es que esta ciudad tiene de todo.
Pero sí, Ávila es una ciudad muy tranquila. Al margen de las obras, que llegarán algún día a buen puerto, a veces se rompe la calma con unos cohetes intempestivos. Dos o tres centenares de una y otra parroquia.Es una ciudad tranquila, solo que también aquí, como valencianos, se disfruta de la pólvora. Ávila es una ciudad muy relajante donde a las buenas gentes no les pasa nada, si exceptuamos algunos comas etílicos tras esta o aquella verbena del barrio, que vienen acompañados por unos bonitos y vistosos movimientos de contenedores. Hoy el amarillo está aquí, el verde más allá. Son juegos y galanteos del fin de semana, porque aquí apenas hay problemas. Pero, como decían esos queridos visitantes, es una ciudad muy tranquila. En estas últimas dos semanas, ha habido una decena de roturas de lunas de los coches (el mío incluido) pero esto es porque Ávila es una ciudad segura y algunos chavalillos, en el fragor de la diversión, habrán querido hacer este regalo a sus vecinos: no hay cosa más bella que encontrar tu vehículo como una obra dadaísta. Con lo que a todos nos gusta el arte instantáneo, recién hecho, un ready made de sábado. Marcel Duchamp, Pollock en Ávila. Ya tenemos la primera performance del fallido museo del Prado.
Y es que la nuestra es una ciudad muy tranquila, pacífica y solitaria, salvo esos coches que corren y frenan a las tres de la madrugada, creando la emoción de Mónaco en un emplazamiento medieval. No podemos quejarnos de eventos y de entretenimientos. Luego está lo demás: la Vetusta de lunes a jueves, la mística, los inviernos largos y la soledad sonora. Viva tranquilo hasta el fin de semana, donde la diversión arrecia.