Creo que soy uno de los ciudadanos abulenses que está enfadado y molesto, por la cantidad de obras de infraestructura en la ciudad al mismo tiempo, la duración de las mismas, y sobre todo por la falta de información, y la repetición de estas, que revelan una falta de previsión alarmante. Es preocupante que algunas calles importantes de la ciudad, se corten al tráfico viario durante tanto tiempo, y al poco después se vuelvan a cortar, sin saber a qué obedece. Soy partidario de la renovación de las infraestructuras, ya lo he comentado anteriormente, pero hay que hacer una previsión rigurosa de estas obras, informarlas seriamente y prever con anterioridad. No vale con poner un cartel, "calle cortada" al comienzo de las obras, y que cada uno se busque la vida como pueda. Es una sensación desesperante que produce hastío y cabreo.
El caso de algunas calles conocidas es clamoroso, la avenida de Portugal, el paseo de San Roque, la calle Reyes Católicos, la zona sur de la capital, y otras muchas, han asistido al cierre de sus calles, la improvisación de sus alternativas, y el enfado de sus usuarios. La tardanza de dichas obras e incluso la repetición de los cierres poco después, han provocado toda una serie de molestias a los ciudadanos y un cabreo generalizado. No sé si la tardanza en la aprobación definitiva de los presupuestos, ha sido el motivo de este aluvión indiscriminado de obras, pero esto justificaría un retraso, y al haber tenido más tiempo de preparación, una ejecución más rápida, ordenada e informada debidamente, no al revés.
A mí me recordaba esta situación, el comentario de Danny de Vito hace unos años, en una visita que realizó en Madrid, al contestar a un periodista que le preguntó que le había parecido la capital de España, en una época que Madrid estaba sumida en un berenjenal de obras. Muy serio y con un retintín de guasa, contestó "En cuanto encuentren el tesoro, será una ciudad encantadora". No se puede decir más con menos palabras. Me temo que algunos turistas que nos visitan, opinen los mismo, y me molesta.
La conclusión de este desastre, es que hay que destinar mucha más atención y tiempo, en la programación de las obras, dedicar muchos más esfuerzos a la organización de las obras, considerar las molestias que se original, y paliarlas en su mayor parte. Por supuesto informar a la ciudadanía, involucrarla en las medidas a tomar, en definitiva, hacer partícipes a los ciudadanos de la necesidad de dichas obras, y buscar las mejores alternativas. En los países bálticos, que, en mi opinión, son un ejemplo a imitar, dedican a la planificación de las obras seis meses, para ejecutarlas en los otros seis meses. Es verdad que durante seis meses, no se pueden realizar estas obras debido a las temperaturas extremas que padecen, pero esto hace que preparen la ejecución de las obras, con una minuciosidad y precisión increíbles. Si queremos mejorar, ahí tenemos un buen ejemplo de cómo hay que hacer las cosas.