Domingo del Prado

Los lunes de Domingo

Domingo del Prado


Totum revolutum, Ómnibus vobiscum

03/02/2025

Hoy, aquí, en este romance
os voy a contar el lío
que se formó en el Congreso
entre unos cuantos partidos
de las diestras y siniestras
y a todos nos tuvo en vilo:
Hace doce o trece días
el Gran Presi Monclovito
sacó de su magna manga
un decreto-ley amplísimo
que era un totum revolutum
sin razón y sin sentido.
A los diputados fachas
y a los sus diputadísimos,
en muy cultos latinajos
d´esta manera les dixo:
—Este totum revolutum
hacia totus lo dirijo
y os lo ofrezco de regalo.
Ahí va: ¡Omnibus vobiscum!
—¿Por qué no me lo traduces,
porque yo no lo he entendido?
—Dicen que dijo Fe y ¡Jo!—.
A lo que Pedro le dijo:
—Tú no t´enteras de ná.
Te lo digo traducido:
Quiere "Ómnibus" decir
que "todo" aquí está metido
y "Vobiscum" decir quiere
"con vosotros" y los míos.
Un decreto progresista
que con forceps yo he parido.
—¡Es cierto, vaya parida!
—dijo Fe y ¡Jo! enfadadísimo—.
Yo solo lo aprobaré
si me lo ofreces partido,
porque en él mezclas las churras
con merinas y merinos.
—No hay quien t´entienda, Fe y ¡Jó!
—dicen que don Pedro dijo—,
pero qué tozudos  sois,
pesados y cerradísimos,
abríos a nuestras propuestas…
abríos ya, ¡voto a bríos!
—De las ochenta que pones
solo importan cuatro o cinco,
así que, y no soy pesado,
otra vez te lo repito:
Yo el decreto aprobaré
si me lo ofreces partido.
—¡Pues no bajo de la burra!
—¡Pues mira que eres borrico!
—¡Sólo tú tienes la culpa!
—¡Además de burro, cínico!
—Yo no lo trocearé,
pues no me corta el cuchillo.
—¡Pídeselo a Pisdelmonte,
que lo tiene afiladísimo!

Y así fue como ocurrió,
con detalle aquí lo explico:
A los tres o cuatro días
Pedro se mostró solícito
a las nuevas condiciones
que don Carles le ha exigido,
dejándolo, como siempre,
completamente exprimido.
Así hablara Pisdelmonte,
el que que está en Guaterlúu ido,
y es el que manda y exprime
al del sillón monclovito:
—Como requisito pongo
que me des "tót" lo que pido
y si no, yo non te voto,
ten cuidat, yo ya t´aviso…
Don Pedro entró por el aro
como muchas veces hizo
y, agachando la cabeza,
aceptó el pacto, sumiso,
—más que pacto, fue un chantaje
en pro del catalanismo—.
Y el decreto troceó
en 20 ó 30 trocitos,
—el trozo de las pensiones;
y el palacio parisino
que regaló al pene UVE,
generoso y desprendido, 
—¡y que se joda el Cervantes
y se instale en otro sitio!—.
Ansí el decreto partió,
como El Pepe había pedido
—aunque con él no se habla,
pues se zurran de lo lindo,
mientras el pueblo, inocente,
sigue de los dos cautivo,
a expensas de lo que diga
el prófugo en Guaterlúu ido.
Y al final soltó don Pedro,
muy orgulloso y altivo:
—¡Tomad totum revolutum!
¡Tomad! IOmnibus vobiscum!

D. del Prado
Abula, idus de januarius de MMXXV