Sostiene Pereira que, antes, la normalidad no volvía a Ávila hasta que pasaban las Fiestas de la Santa. El verano, paréntesis en la vida cotidiana de la escuela, el tajo y la política, duraba en las mentes abulenses hasta el quince de octubre. Ahora, el ajetreo de la vida al que está sometido el personal, no deja un momento tranquilo. Nada para. Solo hay que ver el trajín que se trae el guasapeo con sus impertinentes avisos que no respetan ni la hora de comer: los restaurantes se han convertido en una filarmónica desafinada y la lotería de navidad invade la canícula veraniega entre el baño y el aperitivo. Así, no hay quien desconecte y los problemas mentales se desmandan.
Siguiendo la vieja y buena costumbre de parar en verano, este Diario centenario hizo un alto en el camino y libró a los lectores de las columnas de sus colaboradores abulenses. Pero, todo lo bueno se acaba y lo malo también, aunque tarde más en irse. Por eso, aquí regresa Pereira de nuevo dando la vara con su forma de ver el mundo. A estas alturas, con más de trescientos comentarios publicados, es seguro que le resultará complicado el buscar temas nuevos en una sociedad abulense que tiende de antiguo al inmovilismo. Aunque no le faltarán ganas, optimismo y agradecimiento por tener el privilegio de poder seguir un curso más saliendo en los "papeles", como oía decir en su niñez. No es cosa baladí esto de salir a escribir públicamente lo que otros no tienen ocasión de hacer. Así es que se toma esta función con la responsabilidad que exige este ministerio.
Le gustaría pensar que sus posibles lectores tienen la misma avidez que él por ir en busca de la página que, cada quince días, aparecerá los miércoles en este matutino. Como debe pasar a los escolares que desean encontrar a sus colegas cada mañana aunque, para ello, tengan que aguantar las clases aburridas y los deberes para casa.
Mientras escribe este primer texto, bombean en su cacumen algunos problemas que, sin respetar la tregua del verano, han permanecido y vuelven a exigirle que los tome en cuenta. Como no les quiere defraudar, volverá a reflexionar sobre la polarización de amigos-enemigos y de los cultivadores de odio; sobre el derecho constitucional a la vivienda frente a los defensores del negocio; sobre la desilusión de los jóvenes abulenses que cabalgan a la emigración; sobre los niños que acuden al cole sin desayunar; sobre las mujeres que temen a los hombres más próximos; sobre el IBI y otros impuestos; sobre las minorías y sus guetos en la ciudad; sobre el desarrollo rural; sobre más Estado y menos mercado; sobre la pobre industria abulense y sus remedios; sobre los trabajos precarios y los emigrantes; sobre la epidemia de los juegos de azar, los adolescentes, las redes sociales y los acosos; sobre los bulos, para que no se confundan la verdad y la mentira...Y sobre la paz, la compasión y la confianza en el futuro.