En la plaza de San Juan de la Cruz de la población morañega de Fontiveros se alza desde hace casi cien años un monumento realizado por el escultor Ricardo Font Estors (Madrid, 1893-1982), en homenaje al hijo más ilustre del municipio.
En 1926, con motivo del II Centenario de la Canonización del Santo, se constituyó una Junta o Comisión ejecutiva para erigirle un monumento por suscripción popular. La presidía Bernardino de Melgar y Álvarez de Abréu (1863-1942), IX Marqués de Benavites, VIII de San Juan de Piedras Albas y VI de Canales de Chozas, conocido por su teresianismo.
Tras una incesante actividad, se consiguieron recaudar las 18.000 pesetas necesarias para costear la obra de tres metros de altura y una tonelada de peso: la escultura de bronce que representa a Juan de Yepes con una cruz en su mano derecha y un libro en la izquierda; su pedestal de granito con lápidas de mármol, sobre el que se sitúan el águila de San Juan con el escudo de la Orden del Carmelo, llevando inscrita la frase: "Señor, padecer y ser despreciado por Vos"; así como la reja que la circunda.
Se fijó la fecha del domingo 11 de noviembre de 1928, a las 12 de la mañana, para proceder a la inauguración de la obra. Dos días antes, la Junta se reunió en el domicilio del marqués de Benavites, entregándole a este una reproducción en pequeño tamaño del monumento al Santo en gratitud por sus esfuerzos para la materialización del proyecto.
Llegado el día, que amaneció soleado como marca el proverbial veranillo de San Martín, una masiva afluencia se dio cita en Fontiveros. A la entrada, bajo la arboleda, esperaban a las representaciones oficiales el alcalde, Exuperio Zurdo, con la corporación, el alumnado y profesorado de las escuelas y una gran cantidad de personas de la localidad y venidas de los municipios vecinos.
El marqués de Benavites, vistiendo uniforme de Grande de España, ostentaba la representación del rey Alfonso XIII, que había declinado la invitación por no encontrarse en Madrid ese día. El gobernador civil de Ávila, conde de Castillo Fiel, representaba al Gobierno. El nuncio del papa Pío XI, monseñor Tedeschini, que había confirmado su asistencia, debió cancelarla poco antes, por razones médicas. Se concitaron la práctica totalidad de las autoridades de la provincia, como el presidente de la Diputación, Ángel de Diego, el alcalde de Ávila, José Tomé, o el obispo de la Diócesis, Enrique Pla y Deniel. Asimismo, estuvieron presentes el arzobispo de Valladolid, Remigio Gandásegui, y el escultor Font y su esposa.
Fontiveros se había engalanado para la solemnidad. Los balcones y ventanas lucían mantones de Manila y colchas de brocatel de seda. En las calles por donde pasarían las representaciones se instalaron arcos de triunfo. La banda municipal fontivereña, dirigida por Fabriciano Quirós, interpretó la Marcha Real, y el representante del monarca retiró la bandera nacional que cubría la estatua, bendecida por el obispo abulense.
Se celebró una misa delante del monumento, oficiada por el carmelita descalzo Cipriano de San José en un altar presidido por la imagen de San José, con candelabros y profusión de flores. Al término de ella, el arzobispo de Valladolid impartió la bendición papal.
El Hotel Imperial de Peñaranda sirvió para las autoridades, en la casa del ingeniero industrial Domiciano Sánchez, un menú compuesto de platos de la zona, contemporáneos a San Juan de la Cruz: sopa borracha de palominos, escudilla de olla podrida, gallinas rellenas de caza, ñaclas de melindre y masa dulce a la miel, arroz con leche, queso fresco, nueces, avellanas, piñones, almendras, peras y manzanas. Los vinos fueron tinto y blanco de la Moraña y generoso de Cebreros, concluyendo con café, licores y habanos.
En palabras de Melgar y Abreu en su discurso, fue "un día muy grande en la historia de Fontiveros" y un "acto memorable". La estatua sigue hoy en su ubicación, dando testimonio de ello.