Varios hechos y sucesos
han causado gran revuelo.
Sigue haciendo de las suyas
el Don Altrán el Trilero,
poniendo más aranceles,
a medio mundo jodiendo
y, sin pudor, declarando
altivo, a los cuatro vientos:
—"Todos ahora, a mí me llaman
y me besan el trasero".
Ante situación tan grave,
nuestro buen presi Don Pedro
pone pies en polvorosa
y se va como un torpedo
a ver al Xi Jinping Ching,
y a jugar nuestros dineros
a los chinos, mientras Donald,
dice: —"Pedro el embustero,
por jugárselo a los chinos,
se está jugando el pescuezo".
Don Altrán es la tormenta
llena de rayos y truenos,
y un terremoto económico
en continuo temblequeo
que nos ha dejado a todos
acojonados e inquietos
y con el culito al aire,
dándonos por el trasero…
Pero entonces interviene
con mesura, el Presi-Pedro,
que en busca de nuestro bien
está siempre predispuesto,
y hace rápido el petate
y en su Falcon va directo
hacia la muralla china
diciendo en chino: —"Aquí vengo
a arreglar este gran lío.
¡Sin mí no tienen remedio!"
A pesar de que a Albertiño
Pedro le tira los tejos:
—"A ver si ya de una puta
vez nos ponemos de acuerdo".
Pero allá por el oriente,
escuchando todo esto,
enterose de tal lío
el querido Rey Demérito
y dixo, ante tal conflicto:
—"Ahora mesmo yo intervengo".
Y ocurriósele al monarca,
tan solo por distraernos
y que de tales problemas
ya nada nos preocupemos,
el poner una querella
al exjefe del gobierno
de Cantabría, el famoso
Don Revilla, "el Anchoero".
—Ansí estarán distraídos
los hispanos, mucho tiempo,
y no pensarán que el Tramp
se apropia de sus dineros,
ni pensarán en los míos,
ni en que tengo el saco lleno.
Y por llamarme chorizo
y por hablar en exceso,
reto al rey de las anchoas
y locuaz dicharachero,
que ni debajo del agua
no se calla ni un momento.
¡Ay, Miguel Angel Anchoa,
que te han perdido el respeto,
solo por darle la lata
de anchoas al Demérito!
¡Ay, Don Juáncar, ay, Don Juáncar,
se te ha visto el plumero!
¡Tanto ir en el Bribón,
metiste otra vez el remo,
igual que con la justicia
doña Marichús Montero,
que dejó la presunción
de inocencia, por los suelos,
hablando, como siempre habla,
con desparpajo y salero.
Total, que entre Marichús
y el citado Rey Demérito
me han dado mucha materia
y está el romance ya hecho.
Gracias, de verdad, a ambos
y al Revilla, el Anchoero,
y al bañador de Leonor,
—la nieta del tal abuelo—
que entre las olas y el Hola
al fin hemos descubierto.
Porque así nos olvidamos,
aunque sea por poco tiempo
de las graves amenazas
de Don Altrán, "el Trilero".