Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


No todo vale

24/11/2024

Analizábamos las elecciones en EE. UU., tratando de entender cómo se vivían los acontecimientos en la sociedad estadounidense, y descubrimos acciones inquietantes como la utilización de los cristianos evangélicos por los pretendientes al poder. Algunos oficiantes religiosos declaraban haber tenido una divina revelación sobre un candidato, los profetas pretendían influir, o participar, en el poder. ¿Cómo era aquello de "Mi Reino no es de este mundo"? Los elegidos, para los que todo vale, conscientes de que la religión mueve a las masas, cualquier procedimiento es bueno para sus fines.

¿Todo vale? Apelar a los sentimientos religiosos para la consecución de objetivos políticos es una bajeza; no escribimos sobre la creencia de cada cual, sino del interés que despierta la utilización de lo religioso para quienes buscan medrar. Las creencias de cada época contribuyeron a la evolución de la cultura, la educación, la moral, la ética, pero no descuidaron los gobernantes utilizarlas en su provecho; y como dijo D´Holbach, dios es un tirano invisible inventado para que el ser humano se someta a tiranos visibles.

Constantino I unificó cristianismo e imperio; después, la Iglesia, incapaz de seguir la estela de la ciencia, anclarse en el pasado y por lastrar el progreso global, acabó relegada. La sociedad aprendió que cualquier creencia que no se acompase a su época quedaría abocada al fracaso. Para los judíos, seguidores del Antiguo Testamento, el Nuevo ya les parecía un dislate y asesinaron a su mentor con ayuda del imperio; al imperio han recurrido ahora, después de dos mil años, para menesteres abyectos. El Islam tuvo una edad de oro: médicos, matemáticos y filósofos; luego llegaron los exégetas que, con sus dogmas, trajeron la oscuridad. Las creencias las convierte en humo el dios tiempo.

Resueltos aspirantes a gobernar en el siglo XXI pretenden todo el poder. No les gustan los estados laicos, utilizan la religión para sus fines; quieren controlar la opinión pública, el poder económico y, si es posible, las creencias. La sociedad moderna se debate y lucha para sobrevivir ante los obsoletos defensores de los monoteísmos, –debieran recordar que sus reinos no son de este mundo–, y también de los nuevos iluminados. Los creyentes deberían rechazar a quienes usan espuriamente su religión; y quienes no siguen creencia alguna deben denunciar a los manipuladores. No todo vale.

Libertad política y democracia son incompatibles con los estados teocráticos. Cuanto más se incrusta una creencia o religión en la sociedad civil, menos libre y más autoritaria se hace esta. Las sociedades democráticas y laicas son la némesis, el enemigo mortal, de las teocracias y asimiladas. Estados como La República Islámica de Irán, o La República de Israel, bendicen a los genocidas. Sociedades europeas como la rusa y polaca hacen suya la religión que bendice sus acciones. La iglesia ortodoxa rusa apoya a un dictador, y da la espalda a su homóloga ucraniana; Kirill, patriarca de los ortodoxos rusos, sonríe beatíficamente a Putin mientras masacra a Ucrania. Parece que el Tribunal Penas Internacional señala al religioso Netanyahu, faltan otros. Y en EE. UU., los fundamentalistas cristianos se han hecho visibles para medrar en política.

En "El eterno retornar", entrevista a Pierre Michon, el entrevistado busca las raíces, los lugares donde nacieron, de la escritura, la literatura, los mitos y los dioses de occidente, y también las tres religiones monoteístas; el cananeo e interesante Baal, el falso dios según la Biblia, deambulaba por la zona con otros asimilados. ¿Qué espera encontrar Michon? Baal, ese dios pagano, aparece y desaparece, le cambian el alias según interese. Ahora adviene como el dios Caos, su liturgia la escriben los poderes económicos, los populismos, creencias religiosas diversas, una amalgama que, finalmente, confunde al ciudadano.

En el nuevo paradigma, oficiantes y prosélitos construyen su cultura sobre las ya existentes; tergiversan la parte positiva de los viejos valores y mantienen entreveradas la estupidez y la violencia. El nuevo Baal, hoy X, (antes Twitter), tiene a Trump y Elon Musk de oficiantes supremos que creemos errados, ¿o más bien herrados? Escribía Mateo que por sus obras o intenciones conoceríamos a los hombres, nos da que estos no tienen: ni religión, ni ley, ni ética. "Amigo, con la iglesia Trumpista hemos dado", su obra es una deconstrucción analítica para crear una nueva estructura, un nuevo sistema y les cuadra la afirmación de Nietzsche: ¿El hombre es un error de Dios? ¿O Dios, un error del hombre? Ignoramos quién de esos dos es dios y quién el profeta, ambos parecen engendros que pretenden gobernar en este siglo XXI aplicando al pie de la letra una constitución del XVII, puro talibanismo y fanatismo. Parece que para ellos todo vale.

Escribe Rafael Narbona, en Maestros de la felicidad: "Indudablemente, la religión se ha utilizado para oprimir, culpabilizar, manipular. La democracia no existiría si la sociedad no hubiera desalojado a las Iglesias del poder político. Los países teocráticos -concluye- son verdaderos infiernos en el pasado y en el presente".  Hemos de colegir entonces que cuando utilizan la religión se socava la democracia. Esta Babel de templos de devenir brumoso, sin transparencia ni claridad, mezclas impúdicas de sinrazón y violencia, y sus falsos profetas, abocan al ciudadano a la desazón.

Comentaba con un amigo, José Gil, la temática del artículo y me recordó el poema, "Todo vale", de Alberto Cortez: "Todo vale, todo vale, dice la mosca a la araña, …  de esta tela no se sale. Vale la paz y la guerra, y el acabar con la tierra pinchándola como un globo…/ Los valores de siempre, los eternos, trastocados, se han ido a hacer puñetas…  En nombre de la madre democracia, se suman los mediocres a la historia".

Busque y lea el poema, catorce estrofas sublimes. Los poetas ayudan. Cierto escepticismo y descreimiento puede ser curativo.