Alfonso Caro

Sunset Bulevar

Alfonso Caro


Wicked: Del bullyng al bulo

25/11/2024

De todas las adaptaciones del cuento de la novela de L.Frank Baum, la adaptación cinematográfica más popular ha sido la versión que Metro Goldwyn Mayer estrenó en 1.939 en respuesta a 'Blancanieves', el éxito arrollador de Disney que llegaba a las salas dos años antes. Victor Flemming lideró un proyecto, que necesitó de la labor de otros tres directores (King Vidor, Mervyn LeRoy y Richard Thorpe) por la complejidad del rodaje, que fue un fracaso de taquilla en su estreno y tardó 10 años recuperar su inversión. Pero nada pudo evitar que 'El mago de Oz'  se convirtiese con el paso del tiempo en uno de los filmes más populares e influyentes de la historia del cine, con su tema 'Over the Rainbow' adoptado como himno por la comunidad LGTBI+ e inspiración de la bandera arcoiris como símbolo del colectivo.

'Wicked', que traslada al cine un musical que suma dos décadas de éxitos y que ya es el cuarto más representado de la historia tras 'El fantasma de la ópera', 'Chicago' y 'El rey león', llega a la cartelera abulense para contarnos la verdadera historia de Oz, aquella que Gregory Maguire plasmó en su novela 'Wicked. Memorias de una bruja mala' (Editorial Planeta, 2009) y que ofrece una relectura muy interesante de la versión de Fleming poniendo el foco en la figura de la malvada (hasta ahora...) bruja del oeste.

Concebida como un díptico, la primera parte de este largometraje musical supone un excitante despliegue de creatividad y color (indispensable la pantalla grande) que explora los orígenes de Elphaba Thropp, una niña nacida con epidemia verde y dotada de un poder insólito que acabará convertida en la popular villana a la que Dortothy da muerte accidentalmente en la historia que todos conocemos. Jon M. Chu, un realizador muy versado en la grabación de vídeos musicales y conciertos, firma esta adaptación a la pantalla grande que aunque cuenta con un primer acto algo discretito sí encuentra su particular camino de baldosas amarillas en su segundo acto, en el que todo funciona con mucha precisión para conducirnos a un último tramo muy disfrutable y potente que hace volar (literalmente) a la película.

Pero el mayor acierto de la película, dejando a un lado todas sus virtudes técnicas, que no son pocas, reside en el doble mensaje que articula la narración y que otorga a la película su condición de cine familiar. Mientras el primer acto pone encima de la mesa valores totalmente necesarios para los más pequeños como la integración, la lucha contra el bullyng o la aceptación personal, el segundo acto se torna más adulto en su lectura al denunciar cómo el poder y sus mecanismos de defensa son capaces de construir un relato que sirva a sus intereses. Y por supuesto de vendérnoslo como verdad, señalando a los enemigos de sus objetivos como auténticos y peligrosos villanos proscritos con los que hay que acabar.

Dos mensajes que persiguen un mismo fin: tenemos que ser capaces de percibir y construir nuestra propia realidad para ser libres, y también mejores personas.