Jamás lleguemos al (quemeimportismo) semilla que nunca debe estar presente en nuestro país. Hoy como muchos días atrás desde la catástrofe en Valencia, hay que hacer referencia constantemente al drama que sufren los afectados, y como digo al principio no podemos ser ajenos al sufrimiento. Debemos buscar y apoyar a nuestros semejantes, ante las injusticias, buscando siempre esa empatía solidaria, dado que viven con nosotros en este planeta tierra, y estamos dotados de una conciencia humana.
   La responsabilidad capacidad para responder de los propios actos, es propia del que escoge libremente experimentar ciertas obligaciones sociales… incluso internas, llamadas comúnmente deber moral. Se puede y se debe exigir responsabilidad, porque el deber moral es una autoexigencia humana racional. Si no estuviéramos obligados internamente, nadie desde afuera podría exigirnos, como nadie exige nada, a un recién nacido. No es lo mismo condenar una irresponsabilidad, que condenar a muerte a un inocente. Las responsabilidades sociales también dependen mucho de las circunstancias, no es lo mismo ser primer ministro, que dependiente de un establecimiento, la responsabilidad varia sustancialmente. Se entiende que ciertos límites de poder, están delimitados por los derechos de los ciudadanos, para cuya defensa se instituyo dicho Estado. Por consiguiente, la ciudadanía tiene el derecho de protesta, ante el poder estatal, cuando este actúa fuera del contrato social, bien llamado, por el bien común.
  Pero el drama de los afectados esta presente en Chivas en Paiporta Letur en Albacete, en todos los afectados por la DANA. Incluso desde los miles de hogares españoles hemos llorado ante las imágenes, los testimonios, y en conciencia humana, hemos sido ellos, somos ellos constantemente, día, a día. En muchos casos por la edad, sin poder colaborar nada más que desde la oración, con la esperanza de que pronto tengan cubiertas sus necesidades, restaurar lo perdido será muy difícil. Los recuerdos ocupan en muchos casos un lugar preferente en el ser humano, por el dolor generado. Creo personalmente que desde la distancia no vemos la magnitud de la catástrofe. Está presente en mí el testimonio de un familiar que después de colaborar visitando Paiporta, a su regreso, ya en su casa, lloro todo un día.
Terminaré expresando que del mismo modo que la libertad es el poder de elegir, la responsabilidad es la aptitud de dar cuenta de los actos, porque son dos conceptos paralelos e inseparables. La verdadera base de la democracia es una idea muy simple: las personas que gobiernan cometen errores. Por lo tanto, debe ser posible destituirlos sin violencia de ninguna clase. Sabemos que solo es capaz de obrar en conciencia, el que tiene el hábito de obrar bien.